ReEncuentros

Dicen que el hombre es un ser social; que lo que lo diferencia del resto de animales es su capacidad y su necesidad para relacionarse con sus iguales y mantenerse activo dentro de un grupo. Somos, en fin, yonkis de los demás y necesitamos estar acompañados y vivir y compartir nuestro tiempo con otras personas para realizarnos por completo. Bueno, y si no es por completo, sí al menos en parte.

Y para entablar relaciones sociales no hay nada mejor que los reencuentros. Cuando llevas tiempo sin compartir mesa y mantel con los que han formado parte de tu vida, una comida puede convertirse en el escenario perfecto para desarrollar la actividad del volverse a ver. Un volverse a ver que hace renacer de sus cenizas a todos y cada uno de los presentes, que los sienta en una silla, les abre la boca y les invita a mover sus fauces al ritmo que impone la carne en su punto.

El sol se hace testigo del acto, y se sube a lo más alto de las escaleras escapando de las nubes más altas, esas a las que dañan los rascacielos sin entender que nunca las podrán deshacer del todo. Desde allí arriba, enfoca su luz directamente en la cara de los comensales para que sus cabezas rieguen todos los jardines de la risa. Y entre la comida, aparecen como dos desconocidos que se acaban de encontrar las anécdotas de años y las historias nuevas, las que acaban de ocurrir y no habían encontrado una carcajada que las convirtiese en algo más, en una nueva historia que quedará. Son reecuentros.

Seguramente, no haya nada mejor que los reencuentros. Después de meses sin detenerse, se hace una parada técnica en el arcén para darle al pause en el mando del tiempo y tratar de recogerlo en un ovillo para luego ir recuperando lo que hemos dejado atrás pero necesitamos que vuelva al presente durante unos minutos, que dé tiempo a que el reencontrado pueda resituarse en la acción y vivirla cómo si fuese testigo directo, como si estuviese interpretando el papel de secundario de un guión ya pasado.

Reencuentros. Seguro que este post tendrá muchas más partes. Pero no hoy. Adiós.

2 comentarios:

Yaiza dijo...

Reencuentros, si es que hasta su propia palabra tiene una carga de nostalgia y alegría (al menos como yo la entiendo).

En los últimos días he sufrido una vuelta a casa y espero que el reencuentro con él sea tan fantástico como lo fue el encuentro.

Un besito, reencontrado!

Anónimo dijo...

Vaya, ¡qué reflexivo! Es un placer leerte. Un abrazo tío, nos vemos pronto.

Alberto Piñeiro

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