El suelo de la habitación estaba lleno de cajas. El desorden campaba a sus anchas entre las cuatro paredes que sujetaban su nueva vida. Siete meses después, se trasladaba a una nueva habitación. Una ventana grande le enseñaba la calle y, en frente, las ventanas de un colegio le hacían recordar las clases de EGB, cuando todo era fácil y lo más complicado se convertía en una aventura nueva cada día.
Lo primero para recuperarse era ordenar aquel caos. Fue sacando cada una de las cajas al pasillo y amontonándolas junto al resto de trastos inútiles que se habían quedado inmóviles después de la mudanza. En uno de los traslados, una de las cajas se vertió y con el movimiento se desparramó todo su contenido. Sobre la cama quedaron dos fotografías. Una de ellas, artística, enigmática, propia de un aprendiz de fotografía que busca impactar con una de sus primeras obras.
Pero la que le llamó más la atención fue la otra. Era una foto más normal, más corriente, sin los filtros del artista que trata de mostrar una realidad desde su punto de vista. En ella se retrataba a una chica en una playa que lanzaba un beso hacia el objetivo. Detrás, escrito a mano, "Para cuando no esté".
Con la foto en la mano, se sentó en la cama y la observó con paciencia. Quitó el polvo que cubría parte del color azul del cielo y empezó a analizar aquella imagen de postal veraniega. Ella aparecía con el pelo recogido y se inclinaba sobre sus manos, que formaban una plataforma desde la que despegaría el beso que se había congelado en el mismo momento que se activó el disparador de la cámara. El vestido, de colores, se impulsaba por el leve viento que abombaba su falda y desviaba dos mechones del flequillo sobre su frente. Se quedó embobado por el dibujo que formaba su cuello y sus hombros.
Empezó a pensar en esa imagen. ¿A quién le mandaría aquel beso? En esa habitación habían vivido tres personas antes que él y con la cantidad de cosas que había desperdigadas por los cajones era muy complicado atribuírselas a uno en concreto. Y lo peor era que aquella fotografía se había quedado olvidada junto a otros mil trastos inútiles. Perdida, suponía; era imposible que alguien dejase abandonada aquella foto a propósito, una foto de la que no podía apartar la mirada.
Las olas del mar rompían en la orilla y varias piedras se distribuían por la arena de forma casi estratégica. Las nubes a penas eran leves manchas grises y blancas en un cielo azul y preparado para acoger todos los recuerdos de aquella chica. La misma que lanzaba un beso a nadie, a alguien que la había olvidado en una caja de cartón junto a dos revistas viejas, un cuaderno con apuntes incomprensibles y papeles arrugados. Ella, la misma que había escrito por detrás "Para cuando no esté", era ahora parte de la vida de otra persona. Seguramente, de alguien que nunca recibió una foto suya y que seguro que tampoco se la hubiese olvidado en una caja.
Terminó de sacar todas las cajas al pasillo y volvió a la habitación. Se sentó delante de la mesa y apoyó la fotografía. Con la cara sobre sus manos respiró profundamente. Se imaginó que aquel beso era para él. Que aquella chica le había dejado como único recuerdo aquella imagen de un beso congelado para cuando ella no estuviese. "Yo nunca la hubiese perdido".
Se había deshecho de todos los trastos, de las cajas, de las vidas y olores de los demás, pero se guardó para él aquella foto. Abrió el cajón de la mesa y la escondió como quien oculta un recuerdo. Ese recuerdo grabado en una fotografía, en un beso que nunca llegaría a recibir. Antes de cerrar el cajón, decidió que se convertiría en un ladrón de besos que no eran para él, pero que se habían perdido por el camino. Les daría cobijo y los trataría como si él fuera el destinatario, para que no perdiesen el sentido, para que muriesen en alguien.
"La guardo, por si nunca me mandan uno..."
Casualidades
Hace 2 años
8 comentarios:
Vaya, hace mucho que no te dejo un comentario, pero me alegro de ser la primera en estos casos en que te quedan las letras tan redondas. Lo bueno de quien sabe escribir bien es que nunca escribe igual, por eso conquista con cada invención de un lenguaje o estilo nuevo. Y lo digo yo, que las iguanas sabemos muuuuchooo de literatura. Yo por ahora, sigo en huelga.
Bueno, y encima te pones ñoño? Será por besos..., te puedo asegurar que yo tengo muchas menos probabilidades de que me manden uno.
Besotes
Un beso para ambos, Mauro y Davi y ya que estamos para el anonimo/a tambien.
PD: Ya sabia yo que Mauro tenia su lado romantico y ñoño...
Creo que eres uno de los pocos que me hacen querer más de tus textos; que me saben a poco porque me gustan. Como cuando te vas de fin de semana y siempre quieres que dure un día más.
En qué andarás metida, Iguana. ¿Estás mudando la piel?
eh¿?
Vaya vaya, quién está meláncolicoñoñín?
Ay, ay, ay...
1+1=7 quién me lo iba a decir!
Bien, siempre romantico, a buen seguro ese beso aún busca dueño.
Atentamente
La verdad que para ser del Celta escribes de Champions! Cosas como la foto he visto con los libros olvidados, cuando encuentras una dedicatoria en la contraportada.
Por cierto, gran hazaña con el Novo ! xD
El beso entonces ya tiene dueño. Seguramente estaba ahí esperando que lo encontraras,te gustara y lo apreciaras. "Para cuando no esté"... ahí tienes la respuesta.
Ella ahora forma parte de tu vida, porque ha sido la primera en mandarte un beso de regalo; y tú de la suya, porque eres tú quien no va a perder el regalo que te manda.
¿Crees que hay un destinatario mejor? ella no.
Ahora es la última frase la que falla. Ya tienes un beso guardado... cuidalo bien.
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