No sé si alguien me puede explicar qué halo extraño rodea a los famosos. No me generan ningún respeto especial los que salen por la tele. No me parecen ni mejores, ni más guapos (pfff) ni más inteligentes que yo. Por tanto, no creo que les deba un especial respeto.
Ese respeto que sí se les tributa en la calle. Es pasar un famoso (por no decir “conocidillo”) por tu lado y se forma un revuelo; quizás no se para el tráfico, pero ves como la gente a tu alrededor se lanza miraditas, coditos y chorradas por el estilo. Y eso sólo porque salen por la tele. Estoy seguro de que si pasara a su lado un buen escritor o un Nobel de física, ni le mirarían.
El caso es que nos encontrábamos una representación del Grupo 33 paseando por la pradera de San Isidro; entre bocatas y cervezas, sentados en una mesa y unas sillas de plástico puestas para la ocasión, divisamos en la lejanía a tres hombres y una dama. Los tres hombres eran Nancho Novo, Povedilla el de "Los hombres de Paco" y un tío grueso de canas en su poco pelo y en la barba al que conocíamos pero no reconocíamos. La dama, una venus digna de admirar; un cuerpo que se meneaba entre chulapos y gitanos, entre calamares y chinchones, entre la noche y los focos que alumbraban aquella fiesta capitalina.
Morena (así la reconocimos a ella: “Joder, mira la morena esa”), acompañaba el paso de los tres famosos desprendiendo más luces de la que ellos jamás recibieron sobre un escenario. Pasaron cerca de nosotros y se sentaron a unas tres mesas de nosotros (en la pradera las distancias se miden por mesas).
En ese momento, surgió el reto. “Eh, ¿nos acercamos y les decimos algo a los famosos?”. “Yo voy, si queréis, porque a Nancho Novo le puedo rallar con que es del Depor, yo del Celta y convertirme en un personaje pesado y odioso”, espeté. “¿Más pesado y odioso de lo habitual?”, inquirió una femenina voz. “Más, incluso, si eso es posible”, agregué seguro de no mentir. Pero ahí apareció la inspiración de un joven muchacho. El cielo, ya ennegrecido, soltó un rayo de lucidez que se abrió paso entre el humo de los extractores de los puestos que reinaban a nuestro alrededor e impactó en la cabeza del joven.
Aquel joven era Carlos Pozuelo, la Voz. “Lo que estaría genial sería acercarse a los famosos y decirles: ‘¿Os importa que me saque una foto?’, y cuando te dijesen que sí, decir: ‘Vale, ¿pues me podéis sacar una con ella?’, y ponerse al lado de la morena para que ellos te saquen la foto”. Ante el reconocimiento general de que esa sería la gran escena de humor, yo, que soy una persona necesitada del afecto ajeno (por eso me acuesto con todos los chicos que de dicen que tengo unos ojos preciosos), me ofrecí voluntario para llevar a cabo tal hazaña humorística.
Hubo dudas. Nadie confiaba en mí. Se reían. Decían: “No eres capaz”. En ese momento, me levanté y me encaminé hacia los famosos y la morena. Y esto fue lo que pasó:
Mauro: Hola, perdonad. Bueno, nada, quería saludaros y tal. Nancho, ¿qué tal? Soy gallego, como tú, pero de Vigo y del Celta…
Nancho Novo: (Mientras aprieta mi mano varonilmente) Qué tal, no pasa nada, hombre, nadie es perfecto.
Mauro: Povedilla, eres un crack.
Povedilla: (Mientras no aprieta varonilmente mi mano) Mmmmm, sí, gracias.
Mauro: (Dirigiéndose al hombre famoso grueso) Bueno, y tú estábamos hablando de que te conocíamos, pero no estamos seguros de qué.
Grueso: (Mientras aprieta varonilmente mi mano) No, yo no soy nadie.
Nancho Novo: Él no es famoso, sólo hace tonterías, jajajaja.
Grueso: Sí, jajajaja, sólo tonterías.
Mauro: Pues nada, era para saber si me podía sacar una foto…
Todos: Claro, hombre, claro.
Mauro: Vale, ¿pues me la sacáis con ella?
Todos: Claro, claro, (algarabía, júbilo y alegría por una coña tan buena), jajajaja.
Nancho Novo: Estos de Vigo, cómo son…
Así que acudí hasta ella. Su cabello me rozó por un instante la mano y pensé que me había enamorado. Luego me di cuenta que lo que me había rozado era Povedilla y me desenamoré al momento. Me senté a su lado. “¿Te importa?”, le pregunté mientras mi brazo prácticamente rodeaba ya su espalda. “No, claro, estás muy bueno”, dijo ella. Vale, sólo dijo lo de “No, claro”. Le di a Nancho mi móvil para hacer la foto pero… válgame Dios, ¡no funcionaba!
Cuando mi sueño se esfumaba, cuando mi corazón empezaba a romperse en mil pedazos y mis esperanzas de que ella fuese la madre de mis hijos desaparecían detrás de un gordo que vendía salchichas, Carlos apareció presto con su I-Phone (o I-Stone) gritando: “¡Yo tengo una cámara! ¡Yo tengo una cámara!”. Y ahí sí, me enfundé un gorro de vaquero que le pertenecía a ella para tener más sexappeal (si cabe) y por fin mi sueño se hizo realidad. No sólo completaba un excelente gag delante de los que lo suelen hacer y, además, les pagan por ello, sino que también grababa de alguna manera, en mi mente y en un I-Phone, la noche en la que me enamoré de una morena.
Ay, qué tendrán las morenas…
A continuación, un documento gráfico que atestigua la hazaña aquí narrada más o menos según ocurrió. Ay, omá.
P.D: Gracias, Carlos, sin tu privilegiada cabeza y sin tu privilegiado móvil, esto no hubiese sido posible.
Casualidades
Hace 2 años
15 comentarios:
Qué grande!
Ahhhhhhh! Así que esa era la historia. Ayer DAni y yo no entendíamos nada de la historia y de la afoto, pensando que era otra de sus "ay, sí pero no". Pero esto se puede clasificar como hazaña, sí señor.
JAJAJAJA... me recuerda a los tiempos de jenifer y amanda aúnque de aquella las bellas damiselas huían antes que prestarse a retratarse. Siempre un paso por delante amigo picatoste.
Atentamente
Gran historia y al detalle, jeje, bonita foto. No dudaría de que así pasó y así nos lo has contado. Un abrazo tío. Alberto.
Nunca me había reído tanto comiendo gallinejas y bebiendo chinchón. Se te ha olvidado mencionar que el tío gordo tenía pinta de forense. A tus pies.
Me encanta tu cara de "soy un violador pero que no se me note mucho" mientras aferras a la damisela con tu mano derecha.
Pero con qué finura poso la izquerda sobre su hombro, ¿eh? Y mientras sujeto un cigarro. Supera eso, Brad Pitt.
Absolutamente sublime, chapeau M€, un 10!
Tendrías que hacerte orador, profeta, branma o algo así.
Tendrías trillones de seguidores! Y yo el primero!
Eres un crack!
la chica lo vale no? muy dvertido
Simplemente sublime.
Estan seguros de que ella no sale en ningún lado? Es que yo seguiría apostando que la conozco de algo... A parte de las gallinejas y eso...
HOLA MAURO TRONKO
TE TIENES QUE PASAR POR EL BLOG DEL NANCHO (NOVO) QUE NOS TIENES A TOS EXTASIAOS CON TU PROEZA.
ERES UN FENOMENO.
VENGA ANIMATE TRONKO, TE ESPERAMOS POR ALLI (www.nancho-novo.com)
SALUD
Pues yo no me lo acabo de creer. Seguro que esta historia es una farsa, y esa es una mujer cualquiera que encontraste por la calle.
Ves, por eso hay que hacer fotos a los famosos, para que la gente te crea.
Hola Mauro,
soy la responsable del "chivatazo" en el blog del Novo; ya ves, es que no se está seguro en ningún sitio tío.
Novo es mi debilidad y no pude resistirme.
Bueno, encantada de saludarte, te he dado de alta en mis "Favoritos" y entraré de vez en cuando a ver qué te cuentas.
Por cierto, me ha encantado tu post sobre Antonio Vega. A mí también me gustaba y me jode que siempre le pongan la etiqueta de "yonqui" "drogata", bueno ¿y qué?, que nos gusta por sus canciones no por ser yonqui, ¡por favor!
(Las arpías del blog te piden que les cotillees si el Novo y la morenaza se hacían arrumacos. No te voya decir si yo pertenezco al grupo. De las arpías,digo)
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