Dejarse Llevar

Hace meses, me vendieron dos palabras. "Dejarse llevar". El vendedor, detrás de un mostrador de cristal a través del cual se podían leer todo tipo de frases, palabras, dichos y expresiones, me aseguraba que estaban en buen estado y que últimamente era la moda. Esas dos palabras las compraba mucha gente. Además, por el éxito que habían tenido, estaban de oferta. Te hacían un 15% de descuento y te regalaban una actitud. Esa misma, la de dejarse llevar.

Había entrado en esa tienda un poco por casualidad. Paseando perdido por la ciudad, su llamativo escaparate me había atrapado. Mostraba miles de letras sueltas, desordenadas, que podías también comprar para crear tú lo que quisieses. Al lado estaban las frases ya hechas, las palabras construídas de fábrica. En dos segundos pasé de mero espectador del escaparate a un potencial comprador dentro de la tienda.

Salí no muy convencido. "Dejarse llevar"... sonaba bien, y regalaban una actitud. Pero no estaba seguro de que estuviesen muy acorde con mi forma de ser o de actuar. Tenia la misma sensación que cuando te compras una prenda de ropa que en otra persona quedaría bien, pero que tú no acabas de verte con ella. Nada más llegar a mi casa, vacié la bolsa sobre la cama y las dos palabras cayeron como losas. "Dejarse llevar". Las miré durante un rato. Les di la vuelta, las repasé e incluso traté de doblar un poco las esquinas de cada una de ellas para comprobar que la calidad era buena, que no me habían vendido unas palabras de plástico. Y no, eran de un material sólido.

Después, saqué de la bolsa la actitud. Me la probé y la verdad es que no me sentaba mal, pero me quedaba un poco grande, como si estuviese echa para otras personas con un físico diferente al mío. Es cierto que el conjunto de las palabras con la actitud combinaba bien. El espejo me devolvía una imagen agradable, como si fuese habitual en mí llevarlas, como si las tuviese desde hacía tiempo. Hombre, eran de calidad, y a pesar de que tenían el descuento, baratas no eran.

Esa misma semana la tomé como prueba. Vestí las palabras y la actitud a ver cómo me encontraba y qué me decía la gente. La verdad es que pocos se percataron. Algunos me preguntaban si me había cortado el pelo, otros me hablaban de lo que había adelgazado... no, no era nada de eso. Era aquel "Dejarse llevar" que vestía.

La única persona que se dio cuenta desde el primer momento fue la misma que me abrió los ojos. "¿Dejarse llevar? Hombre, suena bien, y la actitud no te queda mal, pero a mí, personalmete, no me gusta mucho. Prefiero otras. Es que 'Dejarse llevar' significa tener poco control de tu vida, ser un mero espectador de la película y no formar parte de ella". Aquellas palabras me dieron qué pensar. Realmente, había comprado aquella combinación por la insistencia del vendedor, la oferta y porque me cogió un día que estaba bastante cansado (y yo, cansado, pienso mal y poco).

Así que "Dejarse llevar" conlleva demasiadas cosas que no me gustaban. Cosas que había visto en otras personas y que yo había criticado. "Dejarse llevar" estaba condimentado por elementos tan poco reales como el azar, la suerte, el esperar, incluso unas actitudes de secundario que no podía adquirir en ese momento, cuando quería coger el volante yo y elegir los caminos sin que nadie, ni el azar, eligiese por mí.

Decidido (quizás convencido por otro, pero decidido al fin y al cabo), volví a la tienda. Deposité las palabras sobre la mesa, dejé caer la actitud sobre las manos del vendedor y le exigí que me devolviese el dinero. Él, evidentemente, no aceptó. Me ofreció un cambio. Otras palabras como "Fluir", "Contestar" o "Decidir" llamaron mi atención, pero me quedé como estaba. Volví a casa y lo guardé todo en un cajón.

Lo bueno es que, cuando lo necesite, podré sacarlas de paseo otra vez. Pero sólo cuando necesite el "Dejarse llevar".

Yipi yipi yei, amigos.

6 comentarios:

Yaiza dijo...

Señor fetiche de la palabra, no creo que sea usted uno de esos de "dejarse llevar". Quizás sí de "llevar y dejar". Espero que no se deje llevar y decida decirme que sí a la proposición que le propuse, proponiendo, hace algunos minutos.

Alnitak dijo...

Pues yo me compré una de esas expresiones pero no soy capaz de llevarla puesta, me encantaría, pero pesa tanto... Y lo malo es que no llevarla comienza a tener consecuencias demasiado importantes como para ignorar la situación. Demasiado pensar, y poco dejarse llevar, y demasiada gente que sale huyendo ante tanto pensamiento controlado y tantas riendas tan bien llevadas...
A ver si mañana consigo ponerme bien puestas las palabras...

Elena Guevara dijo...

Yo acabo de comprarme "pienso salir todos los fines de semana de cañas por Madrid" Me ha costado una pasta, pero merecerá la pena, jajajajaja.

Héctor dijo...

M€ te fijaste si estaban las palabras: BUSCO TRABAJO? Porque veo que dentro de poco tendré que usarlas para que me hagan caso.

Y como seguro que aun así no funciona, tendré que ponerme un cartel de VENDO ORO, por cierto estas palabras si estaban no?

Ya me dirás donde está la tienda amigo. Un abrazo!

Ignatius J. Reilly dijo...

Oye, Maui. Después de leer lo de la pelea borrachil entre el orangután francés y el trogdolita italiano, sigues pensando que el Rugby es un deporte practicado por caballeros? :) Sí, Sí, :)

M€ dijo...

Por supuesto. No hay nada más caballeresco que cruzar los puños con tu contendiente por el amor de una bella mujer. Además, el Chabal este es un mostrenco del paleolítico que se comporta como hacíamos antes los hombres. Ah, y fíjate si es caballero que le ha mandado un sms al italiano pidiéndole perdón.

Por cierto, mierdas como ;) nunca mais.

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