Lunes

El que inventó los días, el calendario y las fechas cometió un error. Supongo que querría ser equitativo, ser bueno en el reparto, no dejar a nadie de lado. Pero no lo consiguió. Amigo inventor, el lunes se te ha quedado colgado. Es un día horrible que nadie respeta, nadie quiere y nunca escucharás a nadie decir: "Por fin es lunes". ¿Nadie? Para eso estoy yo.

Resulta que todos los días tiene su 'aquel'. Veamos:

- El martes: Es como la clase de gente que tiene la suerte de estar al lado de alguien muy odiado. Cuando alguien que tiene un amigo asqueroso, su personalidad se salva. El martes, al estar al lado del lunes, se salva de la quema. Además, hay partido de Champions, y eso influye.

- El miércoles: Está en la mitad de los cinco días laborables y eso, quieras que no, da gustirrinín. Cuando llega sólo tienes que pensar que te quedan menos días de trabajo. Además, también tiene Champions.

- El jueves: El alumno aventajado. No es nada especial. Podías odiarlo porque se interpone entre el alivio del "ya es miércoles" y el asco de "aún no es jueves", pero la sociedad, sobre todo la estudiantil, le ha dado un sentido. Y es que hay gente que piensa que los jueves son los nuevos viernes. Te permites el lujo de salir a tomar algo y acostarte tarde. Total, ya descansarás el viernes. El viernes...

-El viernes: La joyita de la corona de los laborables. Es un día especial. Algunas empresas te permiten ir "casual", dejando atrás la soga de la corbata y la incomodidad de la americana, se suele trabajar menos y te acerca al precipicio del descanso, del fin de semana. El viernes es, sin duda, un día genial.

-Sábado y domingo: Nada que decir. Fin de semana, descanso y no hacer nada. Gracias.

Pero... ¿el lunes? A las 11 de la noche de un domingo ya te estás cagando en él. Has pasado dos días de relax (o no relax) disfrutando de tu tiempo libre, de tus amigos, de tus cosas... y ahí está. Acechándonos. Como la puerta de Alcalá a la pobre Ana Belén. Viendo pasar el tiempo. Vuelve a empezar la semana, el trabajo... ¡y no hay fútbol! Bueno, ahora sí, pero se juegan partidos que no verías ni aunque te pagasen por ello (lo digo con conocimiento de causa).

Pues yo creo que el lunes es un día genial, ¿vale? Desde hace meses, los lunes no eran una vuelta a la rutina, sino el principio de mi descanso. Es lo que tiene trabajar los fines de semana. Mientras tus compañeros y tus amigos están desperezándose la mente para trabajar, tú estás tranquilo, en la cama, oyendo como la ciudad empieza a funcionar con horario de oficina para todos menos para ti.

Las circunstancias me llevaron a marcar los lunes en rojo en el calendario. Empezaban mis dos días de descanso. Además, por casualidades los llenaba siempre de canciones que me hacían invertir la mañana en eso. En nada. En música. En estar sentado en el sofá por la mañana con un café y leyendo lo que otros habían escrito para mí. Y era el momento de recuperar el contacto con lo que había perdido con el tiempo. Una tregua, supongo, que me concedía el mundo real.

Ahora que he vuelto a trabajar algunos lunes, me he dado cuenta de lo geniales que pueden ser los días cuando los vives contra los demás. Ya no están llenos de canciones, ya no está presente el rojo en ellos y sólo significan, de nuevo, que empieza otra vez la torturadora semana.

Brindo, sin más, por los lunes (o lor lunes).

Martes 13 (Hoy Puede Ser Un Gran Día)

No soy muy fan de las fechas ni de los días señalados. Soy muy torpe para eso y siempre se me olvidan. Será por eso que nunca he tenido en cuenta lo de los números de la mala suerte, y lo digo porque nací un día 13.

A todos nos marca algo. A mí, varias cosas. Mi nombre compuesto, mis apellidos, mi belleza arrebatadora y haber nacido un 13. Desde pequeño escuchaba a los demás hablar de ese número relacionándolo con la mala suerte. Incluso hay una película de terror, 'Viernes 13', que señala de nuevo mi número. Es un dorsal maldito en el fútbol, el reservado para los porteros suplentes, esos que nunca llegan a jugar. Supongo que tan malos augurios provenían de la cifra que, de manera inconsciente, siempre elegía otro como favorito. En el fútbol, por ejemplo, es el '6'.

Pero pensándolo bien, el 6 es par, redondo, aburrido, divisible por 3, por 2... no me gusta tanto ya. El 13, en cambio, es incómodo. Te hace restructurar una mesa en una celebración; no existen juegos de 13 cubiertos ni vajillas de 13 platos ni elementos enfocados a él. Está desestructurado, fuera de la realidad, fuera de las obligaciones sociales. 12 personas se pueden dividir en parejas; 13, no. Es la otra cara del 31, un número marginado por el calendario. Es, el 13, un número que no se espera.

Pero estas cosas de la mala suerte están para romperlas. Mário Lobo Zagallo ya lo hizo. Era un jugador brasileño y llevaba el dorsal 13 pero por lo contrario, por la suerte. Los años de dos de los Mundiales que ganó con Brasil sumaban 13. En el 58, como jugador, y en el 94, como asistente de Parreira. Además ganó otro como jugador y otro como seleccionador. Vamos, que le dio la vuelta a esa chorrada del número. Como yo.

Leyendo un poco sobre la historia de la fealdad legendaria del número (que no voy a explicar, para el que le interese le regalo este enlace a Wikipedia), me doy cuenta de que todo viene de la mezcla insana de dos malas tradiciones. Así que el martes 13 es un mal día porque cuatro pirados de la historia han decidido unir tradiciones hasta acabar con el prestigio de los dos pobres inútiles. Así que lo siento, pero no voy a atender a esa gente.

Para mí siempre ha sido un día especial el que hacía coincidir el martes con el 13. Y cuando ocurría en abril, mucho más. Esos eran los mejores cumpleaños. La gente me lanzaba miradas piadosas, abrían mucho los ojos al preguntarme si estaba bien, si no me importaba cumplir un día que estaba gafado por los siglos de los siglos que nos antecedían. Yo no respondía. Para qué, si estaba siendo un día cojonudo.

Hoy es martes 13. Es mi cumpleaños. Qué cojones, hoy puede ser un gran día.


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