Pelu No Quería

Dice la RAE :

peluquería.
1. f. Establecimiento donde trabaja el peluquero.
2. f. Oficio de peluquero.


Ja, peluquerías a mí. Estoy en contra del gremio de peluqueros; de hecho, el otro día me pasé por el Ayuntamiento de Madrid, subí hasta el despacho de Espe y le pedí un hueco libre en el asfalto madrileño para un manifestación (también conocida como mani o manifa) en contra de los peluqueros, las peluqueras, las peluquerías y los peluqueríos. Me concedió un domingo de 12:30 a 12:32 en la puerta del Sol. Nos reunimos unas 4 personas y alzamos nuestros gritos al aire de la capital: “Mi pelo es mío y no vuestro”, “Los peluqueros son unos farloperos”, “Todas las peluqueras son unas rameras”, “Pelos sí, gente no”, etc.

Es que estoy harto de tener que cortarme el pelo y que eso sea un trance para mí. Voy acojonado por la calle cuando me acerco a la peluquería. Me fastidia que los peluqueros/as hagan lo que les dé la puñetera gana. Tú les pides que te corten un poco el pelo y ellos te rapan al 3 y te tiñen de azul. Lo peor es que cuando les protestas, ellos te dicen que así te queda mejor… ¿Mejor?¿Me lo dice un hortera del quince con mechas rosas y medio pelo rasurado?¿O una señora con aliento de camionero y el pelo rojo pasión que te mueres y megamaquillada? Venga, por Dios (o por Maradona), no me jodas. Es como si a un taxista le pido que me lleve a la Plaza de España y me lleva al puerto. “Es que así respiras aire puro, hombre”. Malditos cabrois.

Yo lo paso mal cuando me tengo que cortar el pelo, casi peor que cuando entro en un hospital. La verdad es que tienen un aire, porque los peluqueros a veces visten bata blanca, te cubren con una especie de pijamas que no cierran por detrás y están deseando cortar algo para cobrar.

Me he parado a analizar (sí, ahora tengo un poco de tiempo libre y me aburro) la jerarquía de la peluquería (lo hago en masculino, pero vale para ambos sexos porque, a pesar de los políticos y las feministas, el masculino es el género neutro. Un ejemplo es Paco Clavel). El puesto más bajo es el de recogedor de pelo muerto; es ese chico/a que barre los restos de cabello que queda esparcido por el suelo del local. Después asciende a lavador de pelo eventual; en estos casos, combina lo de barrer con lavar el pelo de vez en cuando. Lo siguiente sería ser lavador de pelo oficial; es el encargado de lavarte el pelo…y aquí me tengo que parar. Un punto y a parte.

Hop. Vale. Te sientan en una silla que detrás tiene una bacinilla (se dice así, aunque a Sandro le parezca pedante) rota con la forma de tu cuello. En ese potro de tortura te echan la cabeza hacia atrás (o haciatrás, como dicen ellos) y te empiezan a lavar. Ahí viene la cosa importante. Te suelen dar un masaje craneal muy sensual y con el que te sientes relajado. Si es una mujer piensas: “Mmmmmm, esta chica quiere algo conmigo”, pero si es un tío piensas: “Eeehhh, cuidado que éste quiere algo conmigo”, y no disfrutas el masaje porque eres muy macho y no te gusta que un tío te toque sensualmente (sí, esta teoría es obra de Lord C.). Ah, hay veces, como me pasó a finales del año pasado, en los que no te lavan la cabeza; te cortan el pelo en seco, como en una lavandería.

Después, te pasan al sillón chulo almohadillado. Es cierto que, a veces, ese sillón es una silla o una banqueta, dependiendo de cómo se las gaste la peluquería en cuestión. Te sientan allí, con el pelo desaliñado porque te han secado a conciencia la cabeza con una áspera toalla, te cubren con dieciocho sabanas que huelen a recién lavadas en la tintorería (esto es, olor neutro mezclado con desinfectante) y aparece la cúspide de la pirámide jerárquica: el/la peluquero/a. Es cierto que, a veces, no te lo corta el peluquero cool que tiene su nombre en el luminoso, sino un secundario de lujo. Sea como fuere, te hacen la pregunta de las preguntas: “¿Cómo lo quieres?”.

En ese momento, tu vida pasa, fotograma a fotograma, por delante de tus ojos. Te ves con todos tus looks, con todas las pintas que has llevado en tu vida y analizas en una décima de segundo:

- “¿Lo quiero como me lo cortaba mi madre cuando era pequeño?” Es decir, a lo que salga.
- “¿Lo quiero a la bacenilla (aquí sí que lo dices así, porque estás pensando que nadie te oye y que no hace falta que seas tan correcto, como cuando te sacas un moco en tu habitación)?”
- “¿Por qué no pruebo con un rapadito al cero?”
- “¿Le digo que elija él/ella, para eso le pago, cojones?”

La verdad es que yo descarto rápidamente cualquiera de esas opciones. La primera, porque para eso ya me lo hago yo solito, que me sale gratis; la segunda, porque me parece un peinado ridículo que llevé en cuarto de E.G.B. y ahora me vería con más pinta de imbécil de la que tengo. La tercera, porque Dios (o Maradona) no me ha concedido una cabeza digna de ser mostrada más de lo que ya se muestra por su tamaño y esfericidad. Cuarta… ni de coña, que no quiero acabar pareciéndome al gay malo de ‘Fama. ¡A bailar!’.

Yo trato de optar por algo así: “Córtamelo (o córtemelo, dependiendo) todo más o menos del mismo largo, y no mucho, así ya le voy diciendo”. Esta orden tan sencilla, casi como decirle a un perro que se siente o que te dé la patita, ha dado lugar a respuestas tan variadas como éstas:

- “Eso es imposible”. Esta contestación es real. Creo que en la Academia de Peluquería es una de las normas que les dicen desde el primer día, una especie de juramento hipocrático: “Juro que jamás cortaré el pelo todo del mismo largo”.
- “Nooooo, a ti te queda mejor si te lo dejo más entero por arriba, que tienes muchos remolinos y así, con el peso, el pelo cae y te queda mejor”. Esta contestación también es real. Me tocó mucho los testículos que aquella peluquera quisiese engañarme en plan “no eres guapo, pero si haces lo que yo te digo, lo serás, nene”. ¿Te doy yo consejos de algo, vieja chiflada?
- “Vale”. Sí, esta contestación es poco habitual, pero real. Lo peor es que, cuando acaban de cortarte el pelo, te han hecho algo totalmente diferente ¿Para qué preguntas entonces?

Bufff, me estoy poniendo de un humor. Vale, ya está. Pues eso, que acaban haciendo lo que les da la gana y terminan diciéndote: “¿Te gusta?”, mientras sujetan un espejo en una mano para que te veas la nuca reflejada en él, por efecto del espejo grande que está delante de tí (no, no soy físico, no sé explicar mejor el rollo de los espejos). Yo siempre contesto: “Sí, claro. ¿Me cobras y me voy?”.

Y, para finalizar tu estancia allí, te limpian los pelos que te han caído durante la operación. Son muchos, infinitos micropelos que es imposible sacarte, tanto del cuerpo como de la ropa, aunque la laves (cosa que yo hago, a veces). Yo me pregunto: ¿para qué tanta mariconada de sábanas si después te llenas igual de pelo? Me parece indignante. Es como si construyen un puente para cruzar de una costa a otra y dejan un agujero en el medio...supongo que por eso no son ingenieros, sino 'esteticienses' (ese es otro tema a parte que no comentaré porque me queda el post más largo que la Biblia).

Nada más, voy a comprarme una peluca para arreglar el desaguisado que me han hecho los del gremio de las tijeras. Quizás, la próxima vez que me veáis, no me reconozcáis. Si veis a una cantidad de pelo andante, seré yo. Pongo a Dios (y a Maradona) por testigo de que nunca volveré a pasar por una peluquería…hasta dentro de unos meses.

Pelos para todos.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues para mí no es una derrota

Anónimo dijo...

¿De dónde es el árbitro? ¿Griego? No hay más que hablar.

Anónimo dijo...

Y eso que no sabes lo que hacen después con el pelo que cortan! MUAHAHAHAHHAHAHHHAHAHAHHAH!!!!!

Anónimo dijo...

MMMMMMMM€
En el ayuntamiento de Madrid has hablado con Espe???
Esta si que es buena!!

Anónimo dijo...

Persón por el anónimo, me se escapó el dedito

Anónimo dijo...

Venga va, M€, publica una foto con tu nuevo luc (look) y así todos nos podemos reir...

M€ dijo...

Me parece increíble que no sepas, Gallardón, que tú no pintas nada y que Espe está copando todo. Además, lalá lelé.

Anónimo dijo...

Sí, pero reconoce que soy un tipo muy gallardón

Héctor dijo...

M€ pelillos a la mar amigo, que por muy mal que te hayan cortado el pelo, peor no puedes quedar.

Anónimo dijo...

PP = la niña se llama VICTORIA

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JAJAJAJA Me parto el culo

M€ dijo...

No entiendo este comentario político en un blog de estupideces...ah, Victoria, ya lo pillo, como mi abuela, que en paz descanse. Por cierto, no quiero gestos obscenos en este santuario del amor, del romanticismo, de la vacua verba, de la incolora melosidad, de la fistro diodenarl, de la uno: el brikindans, del cinco: por el culo te la hinco. Basta ya de cosas, por favor, basta ya.

Pepes del mundo, no os sintáis heridos por ese comentario, los Marianos sí que podéis.

Anónimo dijo...

M€, tío, o dejan de aparecer retrasados en tu blog o me desapunto. Este seguro que es el mismo que la Paola Croce aquella, con esos dibujos o lo que sean. No entiendo porque se rie la verdad

Elquien dijo...

Jo, qué prolificidad (o también "coño qué de posts"). Me moló mucho este de los pelos, voy a seguir con el resto pa ponerme al día.

Ignatius J. Reilly dijo...

Perdón, pero yo jamás me he negado al término bacinilla, pues bacenilla no existe. Al que me negaré siempre es a tángana, pues tangana, el que todo el mundo ha usado siempre, está aceptado por la RAE, en contra de lo que algunos periodistas deportivos pretenden hacernos creer. Esto no va por usted, válame Dios.

Anónimo dijo...

que razon tienes, soy yo.

Anónimo dijo...

Mauro.. ¿has probado a cambiar de peluquería y dejar el museo de los horrores? XD

A mí el otro día no me dejaban irme, venga que me mirara al espejo... coñe, ni que no me tuviera vista ya ¬¬ Cinco minutos que estuvo la tía con el espejo en la mano para que me mirara... pesá, cajones.

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