Esto va dedicado con todo el amor y el cariño a mis queridos compañeros de clase.
Turquía, esa república democrática, secular y constitucional cuyo sistema político fue establecido en 1923 y que asimismo es un estado miembro de las Naciones Unidas, OTAN, OSCE, OCDE, OIC, y el Consejo de Europa, además, a su posición estratégica, ubicándose a medio camino entre Europa y Asia así como tres mares, Turquía ha sido una encrucijada histórica entre las culturas y civilizaciones orientales y occidentales. También ha sido el hogar de varias grandes civilizaciones y el lugar en el que muchas batallas entre las mismas tuvieron lugar a lo largo de la historia. Pero en este caso, la batalla tendría lugar en otro país: Egpaña.
Yo no he tenido la suerte o desgracia de viajar a ese país. Es más, no he viajado a ese país con el viaje de Fin de Carrera (o de ciclo, o de mierda) que organizaron los humanoides de mi clase. Para ser más exacto, lo organizó en gran parte una chica toledana pero que es Del Puerto…que alguien me lo explique.
Así que pasé (bueno, pasamos los que no fuimos, que fuimos pocos pero valientes) una semana en la que casi no había gente en clase y en la que teníamos que trabajar o lo que fuese mientras otros disfrutaban de la vida loca de Ricky Martin y sus caderas. En esos momentos, te alegrabas por tus amigos, por lo bien que se lo pasarían, por la cantidad de historias y anécdotas que estarían construyendo y retratando en fotografías. Te llenaba de orgullo que gente que tú conocías estuviesen dejando la bandera del Grupo 33 en lo alto de aquel país, conquistando a todos con su gracejo, diversión y actitud festiva. Te sentías importante, incluso un poco dentro de ese viaje. Visitabas mentalmente con ellos las mezquitas, las plazas, salías a cenar con ellos. Vamos, que estabas genial delante de un ordenador de una redacción cualquiera porque no eras egoísta y amabas el amor y a la gente. Sí, vale.
Lo peor fue cuando la Realidad me golpeó en la cara y me dijo: “Eh, pringadete, que tú no has ido al viaje. Tú estás atrapando aquí mientras ellos se divierten”. “¡Joder!”, pensé, “me cago en mis compañeros”. La Realidad, que era un poco puta, me abrió los ojos y me empezó a meter ideas malas y malvadas en la cabeza. “Mira, tío, creo que esa gente está allí en Turquía pasándoselo teta (o pito, depende del sexo) y cada uno de ellos tiene una foto tuya colgada en la habitación. Cuando pasan delante de esa foto se ríen de ti, se mofan y algunos, como Malavia, te hacen un calvo español”. “Serán cabronazos”, le dije a la Realidad. “Eh, Mauro, no seas malhablado”, me corrigió.
Allí estaba yo, sentado delante del ordenador de la redacción con la Realidad a mi lado. Me estaba abriendo los ojos, me estaba demostrando lo cruel que es la vida. “Eres el tío más tonto del mundo. Tienes que tratar de joder a esa gente a toda costa. Cuando lleguen el martes o cuando sea, no les hables. Ponte un poco digno y no vayas pidiendo que te cuenten historias de su viajecito. Además, tu vives cerca de Coruña, por lo que sabrás perfectamente cómo se las gastan los turcos. A lo mejor más de uno no vuelve….Muahahahah muhahahaha”. La Realidad me estaba dando un poco de miedo; iba vestida con una túnica blanca y tenía el pelo rubio y rizo, pero tenía una voz claramente masculina. Creo que la Realidad es ambigua…
Aquellas ideas tuvieron un efecto en mí parecido al de una droga. Se desplazaron por todas las zonas de mi cuerpo y se apoderaron de mí. Mi cabeza segregaba malos pensamientos, ira, violencia. Mientras el mal adormecía mis manos, la Realidad continuaba esgrimiendo sus razones para que yo odiase todo lo que tuviese que ver con un viaje o un turco o una luna y una estrella. “Y piensa que, cuando lleguen, te sentirás excluido, porque te sentirás así, y ellos se aprovecharán y te tirarán de los calzoncillos hacia arriba y te dolerá el paquetito”. Aggggg, aquellas palabras me estaban volviendo loco. Me levanté de la mesa y me metí en el baño. Me lavé la cara, me eché agua por la nuca y traté de olvidar todo aquello. Yo era una buena persona, no podía pensar mal de mis amigos, sé que ellos nunca me lo harían…o sí.
El espejo me devolvía la imagen de mi cara demacrada, desgarrada por las palabras de la Realidad. Ella apareció detrás de mí y pude verla en el reflejo del espejo del baño: “Me olvidaba de decirte algo, amigo. Además de estar atrapando aquí, no tienes novia y estás un poco gordo. Chaíto”. Aquella frase me tumbó. Caí sobre el frío suelo del baño encogido y temblando. Dos horas después volví al mundo del que había salido por unos momentos para escuchar lo que la Realidad me tenía que decir.
Después de todo esto, he tenido que ir a varios psicólogos para que mis malos pensamientos no salgan a la luz, para que mi ira no acabe con un disparo en la cabeza de alguien. Me han mandado que escriba aquí lo que sentí, que es lo que ya he hecho, y que buscase algo para mostrar mi ira y mi repulsa hacia la gente sin hacer daño a nadie. Lo he conseguido, aquí está:
Bueno, amigos, como dirían en Turquía, que la vida os vaya bien y que las mandarinas sean siempre jóvenes.
Quiéroos.
4 comentarios:
Estos post en plan Lars Von Trier no me acaban de convencer.
Tetas for the people!
Puedes comprarte al revista lonley planet de este mes.
Habla de turquia, tiene muchas fotos.
Puedes hacer creer a tus compis que no has ido a turquía porque has estado tantas veces que ya te aburre, y así tu orgullo saldrá ultrahipermegafortalecido!!!!
Yo quiero una camiseta de esas!!! Que tengo unos pelmazos por aquí que no sé por qué extraña razón están empeñados en hablar de esa tal Turquía!!!!dónde la conseguiste???
pd. Muy buena la venganza.
Davi
Mauro tienes que hacer de esas camisetas un negocio.
Montamos un chiringuito a la entrada del mitin de ZP en la universidad: PACK CAMISETA NO FUI A TURQUIA + PIN DE ZP (si no no creo que nos dejen) + MINI CALIMOCHO O CERVEZA 10 €. Esta vendiooooo!!
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