Otras Vidas


Mi nombre. Mi vida, mis circunstancias, mi físico, mi mente...todo se ha ido construyendo y determinando en base a mi nombre. Ese nombre sonoro, masculino, concreto, propio, corto, impactante que me ha acompañado a lo largo de mis 27 años de vida; de hecho, ha adquirido su propia vida al margen de la mía. Cada vez que lo escribía yo o cualquier otra persona (recuerdo aquellas notas que me pasaban las chicas de clase: "Mauro, te odiamos"... asquerosas), él crecía y se hacía independiente, saliendo cada vez más de mi cuerpo y haciendo poco a poco su propio camino.


Estos días, mi nombre ha perdido fuerza. Ha ido desapareciendo paulatinamente, igual que la mano de Michael J. Fox en 'Regreso al futuro' porque sus padres no llegaban a besarse. Pero, en cambio, otros dos nombres han aparecido como aparecen las cosas que no te esperas. Igual que mi vida se ha llenado en los últimos meses de circunstancias que han agitado mi cabeza y mi estómago, estos dos nombres se han lanzado contra mí para impactar con mi pecho y dejarme sin sentido.


Saúl y Mario. Mario y Saúl. Estos dos propios han sido mis nuevos compañeros de viaje en mis primeros días en la radio. En ambos casos me he visto obligado a pensar en cómo hubiese sido mi vida de haber tenido cualquiera de esos nombres. Y este es el resultado:


Mario: El nombre de Mario apareció en mi vida al final del informativo de deportes en mi primer día en la radio: "y en la producción, Mario Picatoste". En los segundos que pasaron desde que el locutor se levantó de su silla del estudio hasta que me lo encontré para corregirle en su error, mis ojos sufrieron un fundido a negro y me encontré en el cuerpo de Mario. Mario era moreno y de ojos verdes, medía un metro ochenta y cinco y se encontraba caminando por una calle de Sevilla. A la izquierda se podía ver la Giralda, que se levantaba majestuosa hacia el cielo despejado de nubes. Mario caminaba con seguridad, y en sus gafas de sol reflejaba la luz de las 12 del mediodía. Entraba en una cafetería y cogía el ABC a la vez que pedía un descafeinado de máquina. Al poco rato, el móvil sonaba; era Marta, su mujer. Le decía que habían llamado de la oficina y que tenía que coger un avión a Nueva York esa misma tarde. Mario era un importante hombre de negocios que, con tan solo 35 años, había alcanzado todas sus metas.


Cuando mis ojos recuperaron la luz, ya me encontraba delante del locutor. Dudé si decirle que mi nombre no era Mario, porque la vida de Mario era tan increíble que no estaba seguro de querer volver a ser yo. Por eso, tardé más de lo que debería haber tardado en decirle cuál era mi nombre real. En el momento de decírselo, desde el mismo instante que la última letra de mi nombre salió de mi boca, Mario desapareció; su vida pasó al olvido y, con ella, su mujer, su viaje y sus gafas de sol de marca.


Saúl: Hoy mismo, una de las comerciales de la radio llegó a la redacción y me dijo con voz dudosa: "Hola... Saúl". La confusión produjo el mismo efecto en mí: ojos en fundido a negro. Me encontré dentro del cuerpo de Saúl. Saúl no era como Mario. Saúl se encontraba en la zona de descarga del puerto, esperando con la furgoneta de la pescadería que regentaba su padre a que los pescadores le entregasen la mercancía que habían acordado. Saúl era un chaval de 19 años que llevaba trabajando desde los 13 con su padre y desde que se había sacado el carnet de conducir, era el encargado de llevar a la pescadería los mejores ejemplares que su padre conseguía previa negociación con los dueños de los barcos, a los que ya conocía como si fuesen familiares. Su físico era un fiel reflejo de sus actividades: un cuerpo rudo, con las manos gruesas y fuertes; su tronco era una armadura de carne y hueso y sólo le faltaba un poco de altura, ya que a penas llegaba al 1,63. Pero esa falta de altura la compensaba con una increíble fuerza y la capacidad de sacrificio que sus padres le habían inculcado desde pequeño.


Nada más recordarle a la comercial cuál era mi nombre real, Saúl se desvaneció sobre la furgoneta de su padre. Su cuerpo dibujó una silueta en el suelo y desapareció. Con sólo recuperar mi vida diciendo mi nombre, había eliminado a mi otro yo de golpe, igual que antes con Mario.


Ahora vivo espectante de recibir otra vida al menos durante unos instantes, para saber cómo y qué sienten otras personas que pudieron ser yo, pero que murieron con la elección de mi nombre real.


Besos y abrazos.


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Álvaro! Veo que te ha dado por escribir, nunca te imaginé haciéndolo, es extraño... Bueno, espero que estés bien, que tu bajo siga tan afinado como siempre, que sigas disfrutando de cada instante de la vida y que las fans te dejen tiempo libre para escalar montañas!
Un abrazo,
Claudia.

M€ dijo...

Gracias, Roberto. Yo espero que sigas estando tan bueno como siempre y que la luz de tus ojos ilumine tu camino, ese camino que no pudimos hacer juntos porque a mí me faltaba una pierna y tres brazos.

Te echo de menos, Antía.

Gutx0 dijo...

Supongo que nunca sucederá, pero si algún día por suerte o desgracia te llegan a llamar Javier, te podrás sentir un hombre de verdad y el mejor de los amantes.

Anónimo dijo...

Mauro??? Pero si yo pensaba que te llamabas Nacho, que tenías 29 años y que habías estudiado Educación Física para terminar siendo profesor de salsa.
¿eso también te lo inventaste para ligar? ;-)

pd. Seas quien seas, escribe un libro, será la primera en comprar tu novela o tu autobiografía o la de Mario y Saúl, ¿puedo reservarme ya una copia?

Saludos

Desiree

Anónimo dijo...

Basta ya de tanta tontería.
Mario, Mauro y Saul tienen la misma raiz morfosintatica, por eso la confusión.
Lo mismo que suele mezclarse los nombres Azucena, Zacarías y Mortadelo.

PD. Estás COPErando bien en tu nuevo trabajo?

Anónimo dijo...

Entonces Mario y Saúl se encontraron en un chiringuito de conil, Mario paseaba tras un crucero organizado para los comerciales de Jes extender, y Saúl acudía a la boda de su colega el manuel con la yoli, natural de la linea de la concepción. La noche obviamente acabó con un sudoroso frenesí sexual en un mediocre motel, con profusión de lubinas y engendros mecánicos.

Atentamente

M€ dijo...

Señor Palazzo, siempre dando luz a mis textos merdentos. Gracias.

Pe., estoy COPErando lo mejor que puedo. ¡Viva la conferencia episcopal!

Desiree: Sí, soy Nacho. No sé de dónde has sacado lo de Mauro. Me parece un nombre ridículo y afeminado. Creo que me acabo de enamorar de ti y de tu persona.

Anónimo dijo...

Veo que además de noticias y reportajes y de dejar tu dulce voz en las ondas estás haciendo muchas más cosas en la Cope. ¿Te parece bonito ir por ahí matando gente?? pobres Saúl y Mario.

De todas formas deja de poner los ojos en negro, te pasan cosas muy raras cuando lo haces, y piensa que ninguna de las otras vidas va a ser tan inspirada como la tuya!!

Un besito para tí, te llames como te llames.

Elena Guevara dijo...

Estoy tan de acuerdo con tus compañeras del cole... Y navegando, navegando... encontré está web anti-Mauro, me parto: http://mauroferrando.com
Por cierto, campanita (bell, por si estás espesa) me parece fatal que no me dejes comentarios!

Elena Guevara dijo...

Por cierto, Yaiza que si máquinas del tiempo, tú que si la mano de M.J.Fox (bueno la de Marty McFlyc en realidad)Qué bonito inspirar a los amigos... Las ideas viajan por el ciberespacio y con cada mente que las digiere y vomita sobre el teclado, aparecen transformadas, bajo otra luz, con otro disfraz que no es el de espinete.

M€ dijo...

Varias cosas, Elenita: primero, gran web; yo también estoy de acuerdo con mis compañeras del cole y me odio a mi mismo. Segundo, la Bell2 sólo comenta en lugares cool, como es este blog de gente guapa y con camisas de marca ¿vale? No me la agobies. Tercero: Yo soy un gran fanse de 'Regreso al Futuro', por lo que no achaco mi alusión a nada de lo leído en eso llamado por los frikis el ciberespacio. Es mentira. Aunque pasó de verdad. Ya ahora voy a copiar y pegar este comentario en tu blog. Ala.

Elena Guevara dijo...

Perdona gran creador de blogs, pero sin ninguna duda leer sobre el condensador de fluzo en MI blog te inspiró para ese párrafo... Eres muy guapo y muy cool, pero te has copiado... Para poder conmigo vas a necesitar más de 1,21 gigowatios. Algún día me pedirás viajar en la máquina del tiempo que yo inventaré. Ja.

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