Declaración De Amor

"Somos muy diferentes", me decía siempre. A veces era yo el que le decía que no teníamos nada que ver. "Si no fuese por las circunstancias... yo creo que, en otra vida, ni seríamos amigos". Sí, somos muy diferentes. Y sí, por circunstancias nos hemos unido. Pero eso no quita que seamos muy diferentes. Algo bueno tendrá, supongo.

"Nunca más", me dijo más de una vez. Y yo no era ni capaz de aguantarle la mirada. Ella, en cambio, mantenía su mirada, siempre verde y ovalada (mucho más que la mía, que se esconde rasgandose entre los párpados), siempre desafiante. Aunque cuando me decía esas palabras, en lo más hondo de la pupila se desgarraba una figura de decepción, algo parecido al hombre que se electrocutaba en aquellos llaveros de "Unión Penosa". Cuando aquellas palabras se disparaban hacia mi cara, no podía casi ni reaccionar. ¿Qué iba yo a hacer sin ella?

Por suerte, la suerte que tenemos los imbéciles, todo acababa calmándose. Incluso después de que me lo dijese en aquel aeropuerto. Su voz se mezclaba con palabras incomprensibles que anunciaban el retraso de nuestro vuelo. Tan incomprensibles como mi vida sin ella.

Ella siempre habla del amor, es una de las máximas de su vida. Pero el amor entendido como un todo. Y siempre me habla del amor. Ella dice que el amor siempre es el mismo, pero se manifiesta de diferente manera dependiendo de la persona. Es algo así como dios (sí, sin mayúsculas); todas las religiones hablan de lo mismo, pero cada una lo representa de manera diferente. Pues con el amor, lo mismo.

En este caso, yo creo que soy afortunado, porque el nuestro es de los de verdad, del puro, del que nunca se terminará. Por lo menos por mi parte. Bueno, yo creo (y espero) que por el de ella tampoco. Y mira que ha estado a punto de pasar. Muchas veces, entre alguna que otra discusión y algún pájaro negro lanzado al aire, se ha resquebrajado un poco. Por suerte, ha cicatrizado siempre bien, con reposo, con palabras, con paseos eternos entre cuestas y paisajes industriales.

Y la verdad es que siempre me ha costado decirle eso de "te quiero". No sé por qué. Quizás tiene que ver con la introversión, con la inseguridad, con el no mostrar demasiado los sentimientos para no caer en la cursilería. Pero sí, claro que la quiero. Como no la voy a querer. Si mi vida nació con sus sentidos, nació con sus manos sujetándome la cabeza, con su aliento cerca de mí y con su sonrisa cegándome en una playa llena de nubes y con el oleaje más bravo que había visto jamás.

Y a veces me siento un mendigo, un pobre sin nada que ofrecer a cambio de lo que ella me da. Tendríais que ver los regalos que hace. Pero no esos regalos materiales que a los dos días los cambias en el Corte Inglés, o los que guardas en el armario y sacas de vez en cuando para, sin motivación, hacer que te ha gustado. Son mucho más que eso, con más valor. Y a veces no vienen ni a cuento. Ella los mima, los prepara, los envuelve de cariño y de papeles de esos que compraríamos en Líneas, si aún existiese. Y siempre llevan algún verbo, algún sustantivo, alguna letra de esas que araña el corazón, como le gusta a Sabina que hagan los adjetivos que se escriben y que se regalan.

No creía en nada, la verdad. Hace unos años no creía en nada, ni en ella ni en mí. No creía que esto pudiese salir adelante, no nos veía capacitados. Es que aún tenía la marca de la herida que me dejó cuando se marchó. Sentado en la cama de mi habitación, más oscura que de costumbre, la vi pasar por el pasillo como un fantasma con maleta. Me sirvió para entender las cosas mejor. Y creo que ya no se va a ir nunca más. Si se va alguien, creo que seré yo. Y si me voy supongo que moriré un poco.

Pero eso es bueno porque, como dice Joaquín, amores que matan nunca mueren. Y me moriré con ella cuando la maten, y me mataré con ella cuando muera. Y siempre compartiremos algo más que dos letras escritas en un papel. Para siempre.

10 comentarios:

Adepta de un famoso. dijo...

¡Chapeau!.
Muuuuuuyyyyy bonito. Y parece tan verdadero...
Enhorabuena (y por lo bien descrito también).

M€ dijo...

Gracias, Adepta. Por cierto, es verdadero.

Elena Guevara dijo...

Siempre quise tener una como la tuya... pero no dependía de mí!! Amo la visión de ella del amor y odio que escribas mejor que yo. Es precioso.

Yagoi dijo...

M€, por fín declaras tu amor abridamente. Yo también te quiero, tontoturrón.

M€ dijo...

Vaya, no pensé que iba a ser tan evidente... pues sí, te amo. Me gustan los hombres altos, fornidos y velludos. Tú me completas.

Héctor dijo...

Joer macho, cuando te pones romántico no hay quién te gane eh? Que bonito...

M€ dijo...

Bah, dicen que un tal Béquer, por eso tuve que matarlo. Ya las golondrinas esas van a colgar sus nidos al cementerio. Muahahahaha.

pppplllllllll dijo...

En un anden de la estación, bajo un sol abrasador...

pppplllllllll dijo...

Di que sí, no se le pueden poner diques al mar

Alnitak dijo...

Esa es la gente que sabe la verdad, los que pensamos que el amor es nuestro único dios (con minúsculas que las mayúsculas no se las merece...), una vez se lo dije a alguien que se rió de mí, que vaya descubrimiento, otra vez se lo dije a alguien que no lo entendió, como tantos otros...
La próxima vez que alguien se ría o no lo entienda le mandaré este post, a ver si se dan cuenta de lo perdidos que van por el mundo...

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