Zurditorium

Quiero ser zurdo. Quiero que la parte derecha de mi cerebro sea la que tenga el mando de mis acciones. Quiero que sea ese hemisferio, el derecho, el de las sensanciones, el de los sentimientos, el de las habilidades especiales como las artísticas y las musicales, el que mande sobre el otro. Quiero que mi parte izquierda, mi parte siniestra, sea la encargada de presentarme ante el mundo, que sea mi mano izquierda la que saluda con un apretón, la que se levanta para llamar un taxi, la que pela las pipas mientras veo un partido y la que golpee en la cara a los que se lo merezcan. Quiero ser de izquierdas por fuera.

Lo malo es que yo nací doble. Me refiero a que, de pequeño, era ambidiestro (mierda de palabra, a lo mejor era ambizurdo). En el colegio Ordás, donde hacíamos cosas que quedan tan lejos como las caligrafías, las hacía con la derecha y, cuando me cansaba, seguía con la izquierda. Esa sensación de no tener un lado fijo me hacía sentirme libre. Lo peor es que tuve que decidir: qué prefieres, seguir la inercia mundial y emplear la mano derecha o vivir en un mundo no hecho para ti y ser zurdo. Era pequeño, tenía la poca lucidez que se tiene con 4 años, y me decidí por lo fácil.

Pero hubo algunas cosas que se quedaron como propiedad de la izquierda; son reflejos del pasado, como cicatrices o heridas de guerra, de lo que fui algún día, hace muchos años, antes de decantarme por una opción que ahora veo errónea. Los ejemplos están a la vista: soy zurdo comiendo (cojo el cuchillo con la izquierda), llevo el reloj en la derecha, abro las latas con la izquierda, fumo con la mano izquierda...

Mis decisiones sobre mi lado izquierdo tuvieron otros capítulos. El que recuerdo ahora es el de la primera vez que cogí una guitarra. Como no, por intuición, por mi naturaleza, la cogí como un zurdo. El sonido era extraño, nada se correspondía con lo que pensaba; era complicado. Mi determinación fue aprender a tocar contra natura, contra mi propio ser: giré el mástil y lo empuñé con la izquierda. Ahora, aquellos acordes dibujados en un papel que me había dado mi tío sí que tenían sentido.

Hay veces que lo hecho de menos. Me arrepiento de haber tomado esa decisión. Si no era posible mantener las dos manos útiles (será como mantener a dos novias sin que se celen entre ellas), tendría que haberme ido con la que me gustaba de verdad, con la que quería vivir, no con la del matrimonio concertado por los productos, los coches, las libretas, los abrelatas...

Tanto me arrepiento que el otro día hice un experimento. Se trataba de potenciar mi lado izquierdo. Igual que hacía uno de los personajes de "Dos mujeres en Praga", amordacé mi lado derecho, el lado que actualmente rige mis acciones, para tratar de recuperar mis sensaciones zurdas. Incluso me puse un parche en el ojo derecho. El día fue complicado. Quería volver atrás en el tiempo pero era imposible, no podía recuperar todo lo que durante 24 años, desde que decidí hacerme diestro, había perdido.

Ese día me di cuenta de que hay cosas que se van y que nunca vuelven. Pero seguiré luchando por ser zurdo, aunque sea de corazón.

5 comentarios:

Alberto Piñeiro dijo...

Te dejaste por explicar si también eres zurdo mientras "clikeas" con la derecha sobre webs pecaminosas. Me ha gustado, me siento identificado. Ante las dos manos zurdas que tuve de crío me decanté por la que menos me costaba mover. Salud.

Adepta de un famoso dijo...

Qué interesante.
También yo soy supuestamente diestra y llevo el reloj en la derecha desde el primer momento. Y aplaudo al revés. ¿Te has fijado en como aplaudes?. Yo aplaudo al revés de los demás: apoyo en la derecha y las palmas las doy con la izquierda. La mayoría de la gente lo hace al contrario.
A mí me encantaría ser ambidiestra (o ambizurda) de verdad. Es como tener doble energía.
Saludos.

Héctor dijo...

M€ creo que en cierta noche de fiesta en la ilustre Alcalá de Henares confesaste que tenías alguna que otra "cara zurda" no?

Creo recordar...

Diebelz dijo...

Vaya lucha constante...yo siempre he sido zurdo y esa rebelión de niñez inconsciente se veía como "anómalo". Intentaban corregirme ne la escritura, adoctrinarme cómo portar relojes que ahora me niego a llevar o simplemente te arrollaban al espacio de los "raros". "¿Zurdo?"...y dilataban sus ojos. Curiosamente hoy el mundo no es el mismo. Ahora te admiran por ser lo que fuistes y eres -aunque los hay que ni se fijan-. Asi que ser ambizurdo tiene más mérito (o eso creo yo).

Salu2 !

P.D. También me inculcaron tocar la guitarra con la derecha...psé.

Yagoi dijo...

"Lo malo es que yo nací doble." Naciste M€ y nacieste Victoria. No lo o-cultes.

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