Dígalo Otra Vez, 33...

Siempre se dice eso de "segundas partes nunca fueron buenas", pero nunca lo creí. Me gustó, por ejemplo, "Ace Ventura 2", la de África, y siempre defendí la segunda parte de "Grease" (¿realmente estoy diciendo esto en serio? Fatal, Michelle Pfeiffer). Ayer por la noche tuve un reencuentro con el pasado, una de esas segundas partes que siempre son buenas. Quizás lo son por voluntad propia, más que por la realidad, pero son buenas y ya está.

Hay con gente, con grupos, con personas, que la fuerza te acompaña, te lleva y te arrastra como la resaca del mar en la orilla los días de viento. Es gente, grupos o personas que tienen un toque característico, que unidos por las circunstancias deciden juntarse por y para una misma idea. A mí me pasó eso con el 33, con mis compañeros de Universidad en Madrid. Después de una carrera que no me gustaba y unos compañeros de clase que se caracterizaban por el patetismo y el esperpento (mi primera imagen de la facultad de Santiago es mi entrada en el aula el primer día y ver como dos sinvergüenzas se dicen "Eh, tío, que estamos en la Uni" y se chocan las manos como simples americanos) me encontré con gente que, con excepciones, claro, se adaptaban más a mí, a mi forma de ser, de entender y de hablar. Por suerte, los he mantenido en el tiempo y en la distancia.

Dice la canción que la distancia es el olvido, pero en algunos casos la distancia es el recuerdo y si hay afinidad, pues la hay. Ayer, después de algún tiempo sin ver a muchos de ellos, todo volvió a ser lo mismo, lo de siempre. El color era desgastado, como si se tratase de una película antigua coloreada, y las voces, los abrazos y los besos tenían la intensidad de cuando eres pequeño. Faltaban algunos, unos que deberían estar y otros que mejor que no estuviesen (el caballero, por ejemplo), pero la imagen me llevaba a completar los huecos que dejaban en los corrillos que formábamos en los locales con un par de cervezas. Faltaba alguna brasileña, algunos canarios, algún madrileño biólogo y alguno que le gusta a Perro Muchacho, que soportaban estoicamente la imagen en el recuerdo, seguramente, sin saberlo, mientras se dedicaban a sus respectivas vidas. Pero yo, por lo menos, les eché de menos. El 33 es todos, y sin todos no hay 33.

Y fue una noche más, normal, sin nada destacable. Un local sin cobertura, un karaoke sórdido, un par de canciones corales y un desayuno en San Ginés. Nada más, sólo eso. Así, en color de peli antigua coloreada. Pero de esas películas que ves una y otra vez y no te cansas. Y alguno se nos va, como la de las gafas rojas, que nos abandona por una Suramérica que le ofrece una oportunidad. Y yo, mientras, me quedaré sentado en la silla de la redacción pensando en qué hará en ese momento, como nos lo hizo pensar la brasileña que quería ver mundo o el canario que se fue a su isla para convertirse en un ídolo de masas. A esa, a la de las gafas rojas, a la que me roba en tabaco y me pide fuego, la veré en mi cabeza de vez en cuando si no está aquí. Pero ayer estaba y no se fue hasta que el reloj le obligó a huir. Y al japonés también.

Y así, entre gafas rojas, japoneses, actrices vestidas para la ocasión, sabios de barbas eternas, mostoleños con corbata, directores de cine homosexual, malavescos toreros fuamadores de puros, productores de televisión, canarias con alma de escritora, madrileñas documentadas y fauna variopinta pasó la noche. Una noche más. Al final, ya acostado, el médico me lo dijo claramente: "Dígalo otra vez: 33". Tosí, lo dije y me dormí.

El grupo 33, lo que le importa a las gentes...

8 comentarios:

Alnitak dijo...

Grande, Mauro, grande, como siempre.
Pero esta que suscribe también se va, me parece, quizás anoche sea la última vez que me veas en mucho tiempo, lo que pasa que no me gusta despedirme de sitios de los que no quiero irme. :-)

Elena Guevara dijo...

"Gracias" Viva el 33 y su compositor de himnos oficial, que es un poeta nocturno sórdido como el karaoke, simpático como unos churros con chocolate y el mejor gilipollas que he conocido jamás. Echaré de menos a "my red glass girl, shalalalalala..."

M€ dijo...

Ya, Davinia, pero tú no nos dices que te vas... La próxima cena 33 te la dedicaremos a ti.

Héctor dijo...

Suscribo lo de las segundas partes. Scary Movie 2 es mejor que la uno, sin duda.

Gracias por enseñarnos que el chocolate con churros también se puede comer con la mirada.

Siempre tuyo, el de la corbata.

Bell2 dijo...

Como otras muchas noches (y dias, y tardes también) el sábado os eché de menos. Me alegra que las segundas partes sean buenas y espero que las terceras y las cuartas cumplan con esa misma condición.
Brasileña o toledana mi grupo será siempre el 33, el de las casualidades y el de las personas a las que llevo conmigo al otro lado del mundo!
SAUDADES MENINOS Y MENINAS!

Mauro... gracias por recrearlo para los ausentes. Tú también te mereces un premio! ;)

Alnitak dijo...

Bueno, se lo dije a quien me preguntó. :-P

Javier Moya García dijo...

Bonito relato, muchacho. A la próxima no pienso de faltar, eh muchachos...

Anónimo dijo...

Muy bonito relato, me ha encantado, como siempre. Os veo pronto chicos.

Un abrazo,
Alberto.

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