Los políticos decidieron echarse la culpa los unos a los otros; para los de la derecha, era un claro signo de protesta contra el mal gobierno de la izquierda; para la izquierda, un signo de hartazgo de la mala política de oposición de la derecha. Se marcaron, como siempre en la mediocridad, los buenos y los malos. Esa maldad alternativa del "para mí lo eres tú y para ti lo soy yo". Y salieron voces que decían que los jóvenes de izquierdas iban a hacer perder las elecciones a su partido. Pero los de derechas decidieron ver una orquesta que tocaba al ritmo de Rubalcaba. Y en medio, la gente.
Desorganizada, descentralizada, deslavazada. Jóvenes, señores, mujeres, viejos y algún niño de teta. Pancartas con sentido, con maldad, con ingenuidad y con agresividad. Toldos contra la lluvia. La Puerta del Sol, el mismo sitio donde regenta Esperanza Aguirre su Comunidad, el mismo lugar donde la gente celebra el nuevo año, se ha convertido en un reducto libre de la ciudad de Madrid.
Bajando desde Preciados no intuyes la verdad; solo cuando desembocas en la plaza traspasas la frontera y te adentras en un lugar nuevo, una autocracia en medio del Sol. Bajo una carpa formada por varios toldos, centros de información, recogida de firmas, un almacén de comida, un trozo de cartón mojado en descomposición, cámaras de televisión, cámaras de fotos, un cartel que pide por favor que no se saquen las caras de las personas, un saco que esconde una siesta a las 12.30 del mediodía. Y gente. Mucha gente. Gente que pregunta de todo; que solicita información; que muestra apoyo; que cierra filas; que abre brazos; que presenta hartazgo; que ofrece comida.
A escasos metros, la entrada del metro y cercanías que se ha construido hace poco, después de las obras que peatonalizaron la mayor parte de la plaza, con forma de caparazón, se muestra recubierta de más mensajes, de pancartas, de peticiones, de reivindicaciones. Sobre los bordes, personas de pie atentos a la Asamblea que se lleva a cabo. El foro es el suelo de Sol; muchos sentados, otros tantos de pie. Todos atendiendo a los puntos del día, que los nombra un chico, micrófono en mano. Buscan orden y concierto. Buscan organizar a la multitud. Piden turnos de palabra y la levantan más de diez personas. Cada opinión es reforzada con una ovación, parte sonora, parte muda. Unos, baten palmas; otros, por no dar opciones a la disculpa del ruido para expulsarlos, las alzan y agitan, como los sordomudos.
Mientras, la vida de la Puerta del Sol es la misma. Confluyen los que duermen, los que visitan, los guiris que se hacen fotos y los que quieren saber qué es todo aquello que ven en la televisión. De alguna manera, todos tratan de formar parte de algo que no se sabe aún lo que es. Será una página más de la historia, de esas que pasas sin mirar o será el principio de algo. Lo único que se puede afirmar es que no es algo político ni interesado. No por lo menos para la mayoría. Es algo social, una lucha contra una clase, la política, que ha desfondado los cuerpos del pueblo hasta llevarlos a pedir otra democracia.
Mucho afán de protagonismo; muchas ganas de pasar a la historia como el que hizo algo en tal momento; mucho grito trasnochado desde el micrófono. Pero muchas, demasiadas, razones para hacerlo y aceptarlo.
Es probable que vuelva. A ver qué pasa. Y más, después del 22-M...
2 comentarios:
Imaginaba que escribirías algo sobre esto. En Ceuta toca mañana (hoy ya). Mucho de esto se olvidará pero al menos espero que perdure la idea de que no vale todo.
Gracias M€ por tu crónica. Los que estamos lejos sentimos curiosidad por todo este fenomeno.
Publicar un comentario