Mi Centro Tecnológico Particular tiene un nuevo miembro: una cámara digital. No puedo decir que sea una cámara fotográfica, porque ese tipo de términos parecen ya de la Revolución Industrial, tan alejada de nuestra super nueva época del apagón analógico y tal y cual. Y es que la cámara esa no hace sólo fotos, no se limita a retratar caras, edificios, culos o calles, no; ahora también son capaces de grabar un vídeo para que todos puedan ver que, además de feo, dices bastantes tonterías. Esta cámara se une, en mi Centro Tecnológico Particular, a mi celular transportable (móvil), mi computadora (móvil) y mi aparato musical digital (móvil).
Hace años que no tengo una cámara en mi poder. Hasta hace unos dos años, cuando las cámaras digitales ya estaban en el mercado a un precio digno, yo aún me compraba las cámaras, éstas sí fotográficas, de usar y tirar. Me parecían cómodas, con un diseño muy juvenil y, además, podías elegir 'con flash', 'sin flash', de 27 o 35 fotografías...eran otros tiempos, amigos. Si la perdías, no habías perdido más que unos 15 euros y algunos recuerdos que estarían ahí retratados, nada comparado con los más de 120 euros, como mínimo, que puedes perder ahora con un tonto extravío.
Hasta el día que me compré la cámara, mis recuerdos dependían de los demás. Yo no tenía memoria, dependía de lo que los demás habían visto para tener yo mis propios recuerdos; así, entre lo que yo recordaba y lo que otros habían captado, construía los recuerdos de, por ejemplo, un viaje a Segovia. Luego tenía que ir detrás de la gente en plan "eh, ¿me pasas las fotos?", como si fuese un yonki. Creo que tenía miedo a que, con el paso del tiempo y sin ningún tipo de prueba documental, me olvidase de lo hecho durante mi vida, y acabase siendo un espectro atontado por el paso de los años.
Ahora ya no tengo ese problema. El jueves pasado fui a un cumpleaños y YO me encargué de retratar el acontecimiento. Ahora, serán los demás los que recuerden lo que pasó a través de mi malicioso ojo, tendrán que pasar por mi filtro para recordar lo que allí pasó. No vale ya eso de "vamos a sacar una foto". A mí, al dueño de la cámara, no le gustan las fotos posadas, ni las caras alegres, ni las sonrisas forzadas.
Hay gente que no asume que los demás no les vemos con una sola cara. Las fotografías deberían de retener el momento, el gesto e incluso la personalidad de cada persona retratada. En cambio, con el objeto de salir 'guapos', nos sellamos los gestos habituales para dedicar nuestra mejor sonrisa, nuestro gesto más seductor, nuestra mirada más limpia a la cámara. Qué más da si luego no somos así, no importa; lo bueno es que trataremos de reorganizar los recuerdos de nuestra vida en base a aquellas fotografías que nos recuerdan lo felices que éramos en aquellos momentos.
No...no...no...no estoy de acuerdo con esto. Se me acusa, y sé que es cierto, de 'poner caras' en las fotos, de no ponerme 'normal' cuando hay una cámara delante. No sé, será que me cuesta pensar qué pretenden los demás que sea lo normal. Me han dicho desde hace tiempo que gesticulo mucho con la cara al hablar, e incluso al hacer cosas; parece ser que lo hago inconscientemente, porque yo siempre pienso que reflejo en mi rostro la belleza y la perfección de mis rasgos, pero bueno, parece que no es así. En el lado opuesto a mí están los 'unicara'; son aquellos que tienen un gesto grabado que sale a la luz automáticamente cuando ven el objetivo de la cámara cerca. Hay un dispositivo en su cerebro que les ayuda a reflejar en su cara lo que ellos/as creen que es su mejor cara, su mejor sonrisa, su mejor perfil. No lo critico, ni mucho menos, pero sólo puedo decir que dispongo de documentos que atestiguan que muchas de esas personas 'unicarísticas' salen bastante beneficiados/as cuando no son conscientes de estar observados por una cámara o cuando le obligas, a punta de pistola, a que cambien el gesto. Digo, trigo.
Ante la tesitura esa de: "Venga, Mauro, una afoto", "no, no pongas caras, ponte normal", me quedo en blanco y luego aparezco en la afoto con una extraña mueca que mezcla el miedo a no saber cuál es mi cara real y cuál es la que me han obligado a forzar. La razón de esas órdenes gestuales por parte de los demás creo que nacen en lo que verán ellos, sus amigos o enemigos o lo que sea cuando les enseñen las fotos.
A: Aquí estoy yo con Fulana, aquí con Zutano.
B: Ah, qué guapo Zutano. Fulana es un poco pedorra, ¿no?
A: Sí, es un poco fulana.
B: Tiene cara...
A: Esto es una foto artística. Es un perro montando a otro. La llamo "Naturaleza viva en camino".
B: Flipante. Increíble escorzo, típico de Zurbarán.
A: Capté el momento. Soy así. Bueno, ésta es de una carretera en mal estado y...
B: ¡Dios! ¿Y esto?
A: Ah, 'esto' es Mauro.
B: Pero, ¿qué le pasa en la cara?
A: No sé.
B: Pero...¿es así?
A: La verdad es que ya no estoy seguro de cuál es el gesto real, si el habitual o el de la foto. De todas formas, tampoco te pierdes nada, no te preocupes.
B: Esta foto me ofende. Ya no soy nunca más tu amigo. Que te den.
A: Oh, Mauro, maldita sea. Por tus gilipolleces ya no tengo amigos.
Vaya, una reacción muy madura, B. Dejo aquí recogido un propósito de enmienda: A partir de ahora trataré de ser bueno y posar en las fotos para que la gente no pierda a sus amistades por 'poner caras'. En serio, lo cumpliré.
Me voy a limpiar mi habitación, que las ratas me están pidiendo ya comida.
Veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenga.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo con lo que dices Mauro. Yo tengo algún amigo con cara-foto pero no de ahora, de hace unos pocos de años con el mismo semblante ante el objetivo.
Fer, no me estoy refiriendo a nadie. Que no Fernando, que no va por tí.
Ahora ya puedes publicar una foto con el corte de pelo.... si es que aun está en vigor!
No sé por qué pensáis que me he cortado el pelo. Ahora mismo tengo coleta, como los toreros.
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