Desde El Núcleo

Hace frío en la calle. Cruzo el semáforo de la Plaza de España y bajo por las escaleras que me llevan al metro. Necesito viajar, y no hay nada mejor que hacerlo bajo tierra, donde hace calor, donde no recibo el impacto del aire frío en mis orejas desvestidas de pelo que las cubran.

Bajo. Y bajo. Más abajo, más hacia el núcleo. Tan abajo, en el andén, esperando a que llegue el metro, que no tarda ni 30 segundos en aparecer. Nace de una guarida oscura desde la que sólo se intuye la luz de sus faros y el estruendo del metal recorriendo las vías subterráneas. Viene de más abajo, de más cerca del núcleo.

Me subo y me apoyo en una de las puertas, con la cabeza mirando a través del cristal. El ritmo del viaje, el temblor en los bajos del vagón que rugen desde el centro, desde el núcleo. Allí hace más calor que en la calle; en la calle aún hace frío, seguro. Pero aquí se está cómodo con el calor que estalla desde lo más profundo. Y continúa el viaje.

Desde la ventana sólo se intuyen movimientos hechos fuera de tiempo, entre la oscuridad y la piedra que no se ve. Pero se intuye. Nos va desplazando a través del fondo y mi cabeza sigue pegada al cristal, mirando hacia abajo, buscando entender que viajar a través del metal, tan cerca del núcleo es lo que necesitaba. En el núcleo hace calor. Intenso. No hace frío, como en la calle.

Los ruidos que me acompañan sueltan frases que atrapo al momento, pero no las retengo, no las mantengo, y las suelto para que salgan disparadas rebotando por las paredes del vagón. "Vivir y olvidar a la vez son dos rutinas", dice un hombre que está pegado a mi oído. "Es imposible no entenderlo", afirma poco después. Al tiempo, miles de imágenes estallan a mi lado. Han salido, como antes las frases, disparadas rebotando por las paredes del vagón.

Estoy seguro de que la gente me está mirando. Me observan y se preguntan qué es lo que estoy viendo a través del cristal, si sólo hay oscuridad. No entienden que me estoy acercando al núcleo, que estoy más cerca que ellos del núcleo. Que me reconstruyo en base al núcleo, por eso necesitaba bajar desde la calle, donde el frío corta mis labios.

Desde el núcleo pude despejar mi cabeza. El metro ya ha terminado con su misión. Me bajo de él. Subo. Y subo. Más arriba, más alejado del núcleo. Las escaleras que me invitan a pasar me servirán de trampolín para volver a la realidad.


Ya estoy en la calle. Y hace frío. Mucho frío.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi el frío se me mete en los huesos y busco un pequeño infierno que me resguarde... a veces el infierno es calentito, por eso no soy creyente. Y lo bueno es que desde las extrañas de la tierra siempre puedes salir hacia el cielo; si empiezas en el cielo, todo es demasiado perfecto. No sé muy bien que significa esto, pero me he tomado un relajante muscular para la contractura del cuello y los dedos caen como sacos de patatas sobre el teclado sin medir las palabras, ni los subtextos, ni las imágenes, ni los pensamientos. Suerte.

Anónimo dijo...

Yo en el metro pienso. Cuando bajo y veo que estamos ahí, todos como ratas del subsuelo (aunque, casi siempre, sin olor a desagüe), esperando a entrar en el gusano de la tierra. Y dentro ves que la gente no es gente, están todos como tú, con los ojos fijos en algo, en el periódico, un libro, la ventana o perdidos en la nada. La gente en el metro parece rara. O quizás son lo que no pueden ser en la superficie, ellos mismos.

Una que baja al infierno porque la deja en donde quiere estar en menos de 20 minutos.

Anónimo dijo...

¡eu CoÑéZoTe! Ti eS MauRo, eSTuDaBaS eN CoMPoSTeLa, e MiLiTaBaS NuNHa aSeMBLeia Do eSTuDaNTaDo DaLGúN PaRTiDo XuVeNiL, ¿NoN? ¿NoN FaCíaS DeReiTo CoMa a Túa iRMá? MáGoa Que MaRCHaSeS PaRa eSPaÑa PaRa VoLTaR a eSTuDaR, TeNDo aQuí eSTuPeNDaS uNiVeRSiDaDeS...

M€ dijo...

Que te den polo cú, Xoan Sieiro. Como vuelvas a firmar aquí te mato.

Anónimo dijo...

Por cierto quería decir entrañas, no extrañas. Pues eso.

Alnitak dijo...

A mí el núcleo me parece el mejor lugar del mundo para escribir, bueno, todos los medios de transporte en general, te sientas y ves pasar la vida o la no vida por la ventana, y entonces brotan las palabras. Afuera con el frío, a mí también se me congelan las ideas (y las palabras).

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el texto, Sr. M€. Muy inspirado.

Sea bueno.

Feliz Navidad.

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