Verbalizando

El otro día me sorprendí verbalizando las cosas. Mis acciones, mi pensamientos, mis olvidos... acompañé todo de un verbo que describiese mi acción. Pero no sólo eso; también las ejecuté por la boca. Las convertí en palabras que saltaron desde el precipicio en el que se había convertido.

Me surgió un problema: el tiempo verbal. Por esas taras que nos ha concedido nuestro idioma a los gallegos a la hora de hablar la lengua del Reino, me costó demasiado decidir cual quería utilizar. Últimamente, suelo optar por el tiempo compuesto. Es más rico, se supone, tiene mejor aspecto y suele ir bien vestido y oliendo a una colonia de esas caras que sólo está al alcance de los ricachones. Tiene, además, tradición y solera. Se creó como una forma de enriquecer nuestra habla, como una ayuda interna para determinar espacios temporales mucho más cercanos y recientes. Vamos, que tiene su aquel.

Pero en cuanto me despisto, el pretérito imperfecto hace acto de presencia y me muerde la boca. Ya lo dice su propio nombre: imperfecto. Es erróneo, según la Castilla profunda, para referirse a las acciones recientes; vamos, para las que se creó ese compuesto. Suena raro, se supone, decir "hoy fui a la calle". Aún a sabiendas del error, por sangre y tierra (y sobre todo oído), muchos nos encontramos hablando del presente más reciente como si nos refiriésemos al pasado (más reciente, también). La línea temporal que separa esos dos términos es tan fina que nos resulta difícil no cruzarla sin rubor. Aunque habría que preguntarse que si el presente ya es pasado, ¿cómo lo calculo?

Quiero decir que se suele utilizar como norma (que, como toda norma, desquicia) lo de "lo que tiene repercusión en este momento". A lo mejor, a mí no me repercute para nada haber bajado hoy a la calle, en cambio, la influencia de una acción que sucedió hace dos días es tan fuerte que la tengo presente hoy y seguramente mañana. Así que creo que la cuestión está en saber dónde quiero vivir las cosas:

Puedo utilizar el imperfecto. Con él, todo lo reciente desaparecerá. El pasado más cercano se convierte en una línea que se pierder en el horizonte. Una mirada que percibiste hace unas horas, pasaría a ser un simple recuerdo que, maltratado, se ha transformado en un pais sin colonizar. Una palabra que nació con la precisión de un bisturí aplicado sobre la piel sería nada más que un conjunto de letras que, unidas, forman lo que recoge tan fríamente el diccionario.

Pero puedo utilizar el compuesto. Gracias a este (por cierto, ¿sabéis que no es necesario acentuar ese pronombre? A dónde vamos a ir a parar), el pasado será parte de mi presente y tendrá la repercusión que necesito en el futuro. Aquella mirada llega hoy a mí con la misma intensidad, y la palabra retumba en mis oidos y se inyecta en la sangre como la primera vez.

Después de pensarlo un buen rato, me quedo con la segunda opción. Me quedo con que lo que he pasado esté muy cerca de mi presente y agarrándome dentro del futuro. Que lo que he hecho no sea lo que hice, que lo que pueda pasar esté influenciado por lo que ha pasado y que lo que nunca he dicho sea lo que diré mañana.

Que os traigan muchas cosas los Reyes Magos (que son los padres).

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Es tan malo lo que has escrito que nadie te ha comentado nada. JA.

M€ dijo...

Dios, lo que es peor es que me he tenido que comentar yo como anónimo...

Anónimo dijo...

Pero si yo soy otro, no soy tú.

M€ dijo...

No, tú a mi no me engañas, eres yo.

Anónimo dijo...

Vale, lo admito. Escribiré otra cosa nueva para poder comentarla yo solo.

Elena Guevara dijo...

Vengaaaa, te haré un favor, y no pienses mal, sólo consiste en comentar: no que me gusta más, si lo que escribes o tu bigote ficticio. En todo caso, hoy no nevó, pero aqui estoy o estuve o he estado, feliz por haber sido, por ser, por haber sido y estar siendo. Verbalizo, luego existo.

Elena Guevara dijo...

Y quería decir "no sé que me gusta más..." Me como las palabras, luego insisto.

Anónimo dijo...

Ay, querido Meuro, el día que lo leí (hace ya mucho tiempo) tu texto me hizo sonreir. Y lo primero que pensé fue: "Este hombre es un auténtico fetichista de la palabra". Ahí queda eso.

A lo peor nadie te comenta porque los blogs también están en crisis. A lo mejor es sólo una racha rara.

M€ dijo...

¿Realmente pensaste lo de "hombre"? Pues gracias, hombre. Sí, soy un fetichista de las palabras y las guardo en un armario junto a zapatos de tacón y camisetas con el conejito de Playboy.

Por cierto, ¿crisis? ¿que crisis?

Anónimo dijo...

Es que "crisis" es una palabra que si la dices mucho deja de tener sentido. Mira: "crisis, crisis, crisis, crisiscrisiscrisiscrisis". ¿Ves?

Anónimo dijo...

Por eso no sabes de qué te escribo.

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