Y El Mejor Papel Es Para...

Una maravillosa mujer se preguntaba hace poco en su blog (al que le debo un rincóncito en esta 'Vida de un...') qué se le daba mejor. "A mí se me da mejor reir que llorar...", decía. Vaya, que la chica se proponía la semana pasada hacer lo que mejor se le daba. Yo no me he propuesto nada de eso, ni mucho menos. Al contrario, suelo tirar más por hacer lo que no se me da bien y luego decir que no lo hice yo. Pero sí que me ha dado qué pensar. Me he parado a pensar en qué papel tenemos que jugar cada uno en su vida (y en la de los demás) y qué juegan el resto en su vida (y en la de ellos mismos).

El otro día, hablando con otra maravillosa mujer y con un maravilloso hombre (aquí todos son maravillosos, claro), les decía una verdad como un templo: si hubiese nacido en Estados Unidos, sólo hubiese aceptado ser el quarterback del equipo de fútbol americano. Bueno, acepté ser el suplente que sale al campo cuando el titular se rompe el brazo y se convierte en un tío muy cool que mola mazo como Camilo Sesto. Lo decía por mi gran habilidad para lanzar la cosa esa con forma de melón hasta los brazos de otro. Mi segunda opción, en caso de que el Dios americano (Tom Hanks o Will Smith, supongo que será. Ah, no, Obama) me lo permitiese, era la de ser jefa de animadoras. Es curioso querer ser dos personajes que suelen ser novios, será que me quiero mucho a mí mismo o que estoy enfermo.

Pero como no es posible (no porque no sea capaz de ser titular de un equipo de fútbol americano o de liderar a unas quinceañeras pedorras con animosos pompones), me pregunté qué papel era el que me había tocado interpretar a mí.


Empecé por uno que me gustaba bastante: el del perdedor. Influenciado por la obra gonzaguesca, el personaje del perdedor me ha terminado por atraer hasta límites insospechados. Hombres solitarios y abandonados a la suerte del destino, con un trabajo que está bien pero que es como Portugal, es decir, decadente. Suelen perder al principio, pero con su carisma dan la vuelta a esa mala suerte para transformarla en algo bueno. Él se queda con la chica, le condecoran con la medalla al valor y no sé qué chorradas más. No me vi muy reflejado en él, la verdad. Ni pierdo mucho, ni estoy abandonado a la suerte del destino y, sobre todo, dudo que me den una medalla al valor porque soy un gallina.


Luego me fui a otro extremo. ¿Seré un galán? Sí, esos tipos elegantes, de buen porte, siempre repeinados y que conquistan mujeres como el que no quiere la cosa. Bien trajeados, triunfadores y con un halo especial. Su belleza es tan extrema que suelen encontrarse en situaciones en las que ella le mira fijamente, le dije "Vete y déjame", le abofetean, pero él, cual gato panza arriba, le planta un besaco de esos de película en blanco y negro (ahora son mucho más obscenos) y ella cae rendida a sus pies. Mmmmmm, pues va a ser que no. Primero, no conquisto a mujeres como el que no quiere la cosa y no tengo una belleza extrema (de hecho, a lo mejor ni la tengo). Ah, y si una mujer me abofetea lo más probable es que o se la devuelva (¿no quieren igualdad?) o huya llorando. Sí, soy un gallina (y se nota que no soy un
McFly...).

Me quedaba un tercer personaje típico: el malo. Ese que es malo malo, muy malo. En la vida real se les llama "cabrones" y las mujeres dicen de ellos que son eso, unos cabrones. Pero eso de ser malo les da un morbo especial, dicen. "Morbo", otra de las palabras incomprensibles que justifican miles de acciones ("Maté a mi gato por morbo"). Suelen ser sucios, no en lo higiénico, rastreros, engañosos y gente de la que no te puedes fiar. Además, su cara está marcada por una cicatriz o por unos rasgos que denotan la maldad (o la cabrondad) que llevan dentro. Tampoco me pude subir a ese barco. Ni tengo cara de malo ni lo soy. A ver, no soy la mejor persona del mundo (ni lo pretendo), pero no cumplía tampoco esas cualidades necesarias.


Me restaba un personaje más adaptado a mí: el secundario gracioso. Es el típico que saca segundas sonrisas, algunas carcajadas y que suele aparecer solo en los bailes o acompañado de alguna chica que no ha tenido ningún tipo de relevancia en la película. La gente no es que le tenga un especial respeto, pero siempre le aceptan con un "eh, mirad lo que hace Timmy". Bien es cierto que el secundario gracioso, más de una vez, le roba el sitio al propio protagonista. Son muchos los ejemplos. Ahora se me ocurre el personaje de Jason Lee en 'Persiguiendo a Amy', que deja por los suelos al amigo Affleck (cosa no muy complicada, es verdad). Pero no puedo aceptar ser secundario de mi propia vida, hombre. Quizás sea un buen papel para jugar en las del resto, pero no para la mía.


Así que me quedé vacío. Sin papel que interpretar. Como un personaje sin actor que lo represente. O como un actor sin papel que representar.

Después de mucho pensar (cinco minutos), decidí que el papel que iba a jugar sería el de Mauro. Es el que mejor sé hacer y, seguramente, el único. Tanto pensar para acabar con esta tontería. La vida es así.


Veeeeeeeeeeeeeeeenga.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

y el director/entrenador enfadado?con un pasado oscuro y resignado a esnseñar a un "atajo de mocosos" sin ningún reseto a la autoridad?...soñando con tiempos mejores...aquellos en los que se te permitía un castigo ejemplar o eras tú el que ponía al público en pie en las canchas de Oregón...

Enrico Palazo dijo...

Y el papel del amigo gordo, protector y bebedor cuyo climax vital, acontece en el descanso de la final del torneo estatal. En un estadio que es la única luz en el desierto tejano... y que llora desconsoladamente pues despues de ese partido no le quedará nada, las rodillas hechas fosfatina, el higado arrugado, sin atractivo y con el espiritu corrompido... ojala hubiese nacido en odesa, texas...

u.s.a., U.S.A., U.S.A.!

Atentamente

Alnitak dijo...

Creo que todos hemos hecho alguna vez esa reflexión, yo escribí un texto parecido cuando tenía 17 años, pero con un final mucho más inmaduro claro. :-)
A ver si lo recupero un día de estos...

Yaiza dijo...

Déjate de convertirme en enlaces metidos en un texto y ponme a tu diestra (a la izquierda si te pones dentro de la pantalla, mirando para mí).

Nunca me he preguntado qué papel juego en mi vida. Pero, ahora que lo pienso, creo que tampoco hay ningún papel predeterminado para mí. Por favor, lee el último post de Davi que es muy bueno.

Elena Guevara dijo...

¿Y yo? ¿Mi papel es ser actriz? ¿Pero si mi papel es ser papel, no es eso un sinsentido? ¿Somos todos actores? ¿Soy una persona o un papel? ¿Actriz, personaje...? Ah, ahora lo entiendo... ser o no ser... ¡claro, coño!

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