Directo Al Corazón

Directo al corazón. Así, como fue lanzado, llegó.

Era una mañana de un alegre Noviembre, de esas en los que el sol ha decidido vencer a las nubes y abrirse paso hasta encontrar un espacio amplio desde el que lanzar sus rayos directos a la cara de los estudiantes. El curso estaba casi recién empezado; tan sólo hacía un mes que el contacto con las aulas, los nuevos compañeros y los nuevos profesores eran parte de mi nueva vida. A lo largo de las cuatro semanas en las que había ido enlazando las novedades para formar un nudo al que agarrarme por las mañanas, había notado como algo cambiaba en mí. No sé si se podría llamar amor, odio, obsesión o fijación, sólo sé que algo me había hecho cambiar.

Aquella mañana de Noviembre, de un lunes perezoso concretamente, me iba a reunir de nuevo con ella. Teníamos un acuerdo tácito: nos veíamos todos los lunes por la mañana durante cuatro horas, pero a penas debíamos intercambiar alguna palabra, no fuese que nuestra pasión se rebelase y nos convirtiera en dos animales entregados a la pasión. Pero aquel acuerdo se rompió. No fui yo, todo hay que decirlo, el que olvidó que las cosas en secreto son más bonitas, más bellas, más hermosas. Ella fue la que decidió que no aguantaba más esa incertidumbre, esa manera de ocultar los sentimientos más primitivos que todos llevamos dentro.

Lo recuerdo como si fuese ayer. Ella, subida en la tarima que reina sobre los pupitres del aula; moreno tizón su pelo, escasa estatura y un jersey rojo que dejaba entrever las carencias que Dios le había otorgado. Es cierto, parece difícil que tengamos ciertas carencias que alguien nos ha entregado, ya que de las carencias se carece (por lo tanto nos las han quitado, en todo caso), pero supongo que las cosas no pasan porque sí; a mí, por ejemplo, Dios (o quien sea) me ha dotado de ciertas carencias (al igual que me ha dado algunos atributos), me ha creado con huecos, espacios o “falta de” ciertas cosas, como puede ser un filtro para saber en qué momentos es bueno decir algo y en cuales no. En todo caso, aquel jersey dejaba a la luz las carencias que su físico echaba de menos y que eran objeto de escarnio público: no tenía cuello. Su cabeza y su tronco estaban unidos por una masa de carne en forma de papada que desvirtuaba cualquier intento de denominar a la masa con un término aproximado; no era cuello, ni siquiera era una papada. Era algo indeterminado, tan indefinido como puede ser un sentimiento o un dolor desconocido. Ella no hacía mucho por evitar mostrar esa carencia, quizás porque es difícil esconder lo que no existe. Hay defectos que, al no ser tangibles, no se pueden esconder, incluso es posible que ella no fuera consciente de que no existía en su cuerpo un elemento tan fundamental como lo es un cuello.

Es increíble que no nos damos cuenta de la importancia de algunas partes de nuestro cuerpo hasta que no nos paramos a pensarlo. El cuello es imprescindible para la comunicación no verbal: sin cuello no te puedes encoger de hombros, no puedes negar, afirmar o dudar con un gesto. Sin cuello todo el cuerpo se mueve en la misma dirección, haciendo que un simple “no” con la cabeza se convierta en un baile ridículo del “La la la”. Su inexistencia te impide girar la cabeza hasta el tope que nos marca el hombro, haciendo que una simple mirada a un lado se parezca a una marcha militar.

Mientras empezaba la clase, yo me desvanecía por su físico. La miraba de pies a cabeza, por si su cuello estuviese posado en otro lugar menos adecuado, como un pájaro que revolotea alrededor de un tronco de árbol. No quería imaginarme qué pasaría si, de repente, su cuello apareciese encima de su rodilla. Si así fuese, sus movimientos serían mucho más incoherentes de lo que ya eran, ya que no podría flexionar una de sus piernas, convirtiéndose así en un muñeco rígido y absurdo. ¿Y si le apareciese en la espalda? El cuello ahí carecería de sentido y de utilidad; sería una joroba incómoda que, con el peso que ejercería, acabaría convirtiendo a aquella mujer en un “Pozí”, pero sin tanta gracia (si es que Pozí la tiene). Mientras hacía ese viaje por lo absurdo del cuello en otra parte que no fuese el espacio entre el tronco y la cabeza, un alboroto me devolvió a la realidad. En plena clase, una discusión acerca de los términos en los que debía impartirse la clase. Me conecté rápido a la conversación e intervine evitando pensar que hablaba hacia un ente incompleto.

Acabé mi oración y se hizo un silencio que daba miedo. Aquellas palabras unidas en mi cerebro y expulsadas por mi boca habían golpeado la realidad de la clase; lo que yo dije con la autoridad que me autoconcedo, mezclada con un poco de respeto y un poco de crítica, se había convertido en un puño cerrado que había impactado contra aquel cuerpo repleto de carencias.

Se rompió el silencio. Su contestación fue el reflejo de una ira desconocida y escondida entre los recuerdos de aquella carencia con piernas. Lanzó su flecha contra mí. Tensó la cuerda de su arco y la soltó con una violencia tan descomunal que me atravesó las costillas y se depositó en mi dulce corazón hecho de golosina, cartón-piedra y hojalata. Los segundo posteriores fueron vitales para mi vida. Herido de muerte, arrastré la lengua tratando de buscar la palabra precisa para el momento, pero no hubo respuesta: la flecha ya había hecho su trabajo. Un “oooohhh” y un “haaaaalaaaa” cruzaron el aula como dos buitres carroñeros a la espera de mi pronta defunción.

Así fue. Caí sobre el pupitre mientras un charco de sangre se convertía en mi sombra de lunes.

Directo al corazón. Así, como fue lanzado, llegó.

Sed afortunados en la vida.

20 comentarios:

Enrico Palazo dijo...

La quieres?, te odia?, que ha pasado despues?, pues estamos en mayo, a que hora llegas?

Atentamente desde este lado de la luna.

Anónimo dijo...

Qué fue lo que le dijo ella, Sr. m€?

M€ dijo...

El post es sobre una profesora que tuve en el primer cuatrimestre. Lo que me dijo da igual, pero fue la respuesta más cortante que jamás me ha dado alguien en público. Me dijo algo así como que yo no podía hablar en esa clase porque había faltado 1 día (y la falta estaba justificadísima, pues un bus me empapó de agua al llegar a Getafe y tuve que volver a mi casa chorreando agua...). Es mi pequeño homenaje a una de las peores prefoesoras que he tenido.

Gran comentario el del individuo ese, billy cletus...

Elquien dijo...

Pues yo tambien quiero saber qué le dijiste y ,sobre todo, qué te dijo ella. Si te cae muy mal siempre puedes liarte con su rolliza hija, me sigues?.

Anónimo dijo...

El comentario-artículo-post está claro. Pero, ¿¿¿cómo fue el "intercambio" de imprsiones???? Morbo, morbo, morbo, morbo, morbo, morbo...

Gutx0 dijo...

- M€: Yo opino...
- Profesora: Tú te callas, que aquí tienes menos importancia que un pelo de mi coño.

Ignatius J. Reilly dijo...

Mauro: Ole,ole,ole,Eso es un cuerpo y no el de la guardia civil.
Profesora: Splash!

Ignatius J. Reilly dijo...

Me pregunto por qué Bibi Cletus, postea en inglés en un blog español.

Anónimo dijo...

Pues porque ha llegado a este Blog sin querer. Él mismo dice "Un blog guay, entré en él navegando al azar (en internet), pero ha valido la pena, volveré".
Lo que no entiendo es por qué le ha gustado esta "Vida de un ignorante en un mundo de imbéciles ", ya que no creo que el tío entienda el español, porque si así fuese no postearía en inglés (a no ser que entienda el español pero no lo sepa escribir).

Ignatius J. Reilly dijo...

a eso mismo me refería. A lo mejor,que conste que no quiero pensar bien, es un post que manda a todo el mundo para que entren en su blog y hacerse famoso en Bollywood.

Anónimo dijo...

Pobre hombre pobre...

Anónimo dijo...

Hola soy Lulu, sabes que Carlos Nuñez conoció a un druida?

Pase por el fotolog de mi amo Cerdenko. Quiere hablar con usted. No ha dicho nada más, sólo ha dicho: Traédme a Mauerenko!

Lucía dijo...

Recuerdo que nos contaste esa historia (la de la profesora que te dio una contestación cortante) a Gonzaga y a mi un día que viniste a hacer un examen a Santiago.
Cuando empecé a leer tu relato, pensé, casi desde el principio, que se trataba de una historia de amor. Pero, ahora mismo, no lo tengo nada claro: ¿te enamoraste de ella a pesar de no tener cuello? No puedes dejarnos así. Exijo una segunda parte.

Anónimo dijo...

Sí que dispongo de cuello, pero tengo la habilidad de articularlo cual tortuga y sólo suelo usarlo como arma de defensa. Como el brazo con muelle del muñeco de Virgil, el luchador de la World Wrestling Federation.

Anónimo dijo...

¿Pero te la follaste o no?

Anónimo dijo...

Mi brazo muelle fue mucho más popular. Además a mi se me podían incorporar petardos que estallaban al soltar el muelle.

Las risas que nos haciamos siempre todos juntos ahora no queda casi nadie de losdeantes y los que hay...han cambiadouu han cambiadouu tirurirurirurii.
Muerte a los G.I. Joe

Anónimo dijo...

Jajajaja! Me encantan los comentarios del tipo:
"rasking_bowlins dijo...
¿Pero te la follaste o no?"

Anónimo dijo...

Oye tenemos que hablar del futuro. Hazme una perdida al telefono rojo cuando estés disponible y caeré sobre ti como una maldición. Ya sabes a lo que me refiero, me gustas, chico de oro.

Anónimo dijo...

Me gustaría dejar mi granito de arena aquí: la forma correcta es "motu proprio", y no "de motu propio".

Espero haber contribuido a aumentar su acervo cultural (que no su acerbo).

Eleanor Rigby. 12 meses, 12 causas.

Anónimo dijo...

¡Qué pasa! ¿Es que acaso Billy Cletus no va a volver nunca jamás por este Blog? Qué indecencia...

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