Nos pasamos la vida atrapados entre definiciones, tratando de encontrar la palabra precisa (la sonrisa prefecta) para describir cada situación. Queremos determinar algo con un sustantivo, congelarlo en el tiempo para poder admirarlo cuando, por fin, le hemos dado un nombre. Nos gusta, también, calificar las cosas; corremos detrás de un adjetivo con el objetivo de atraparlo, meterlo en una bolsa y llevarlo hasta la punta de la lengua. Desde ahí, parte su vuelo hacia una situación, una sonrisa o un olvido (flagrante, por ejemplo).
Disfrutamos mucho poniendo verbos a cada acción que ejecutamos. Un movimiento conlleva una acción, y esa acción, un verbo. No esforzamos en constreñir un vuelo libre con ese verbo que nos tranquilice, que nos diga que eso que estamos haciendo existe, es real, tiene un reflejo en el diccionario.
Y es que el diccionario tiene dos caras. Una según la cual adopta la amabilidad de ayudarnos a descubrir qué es lo que hacemos, qué vemos, oímos o sentimos. Otra, más oscura, que nos ata a la realidad que nos marcan. Esta cara, la oscura, que se encuentra oculta como la de la luna, es una cadena que llevamos enganchada con grilletes a los pies. El diccionario no nos dejará volar, porque si buscamos la definición de volar, en ningún sitio aparecerá algo así como: "acción del hombre". El diccionario relacionará ese verbo con la realidad, es decir, con las aves (nunca con los pingüinos...pringaos), los aviones o los helicópteros.
El otro día me dijeron que no intentara definir siempre las cosas. "No lo definas", dijo. Me quedé en blanco. ¿Cómo no definir algo? ¿Cómo no hacer lo que, por naturaleza, siempre hago?
Pues utilicé el mismo blanco que me había conquistado al descolocarme para evitar las definiciones. Traté durante unos minutos de obviar las definiciones y enfrentarme a las cosas desnudas, en su naturaleza, como si nunca las hubiese visto y no me importase qué eran, qué significaban, qué decían. Ni colores, ni olores, ni sentimientos, ni movimientos. Las cosas se pasearon ante mí sin definirse.
Ahora trato de hacerlo, al menos, una vez al día. Vivir sin definir. Ya os contaré.
Diccionarios a todos (de sinónimos y antónimos, que son más divertidos)
Casualidades
Hace 2 años
14 comentarios:
Je.. In.., Am.. trato de hilar unas sílabas... pero no encuentro las palabras...
Así que imagina el gesto que esconde la indefinición, y haz que salte de la pantalla.
Carpe Diem!
No lo entiendo.
Yo como soy una cuasi filóloga tiendo a racionalizar las palbras. Y cómo me gusta escribir juego con ellas lo que ellas me dejan.
¿Y qué pasa? Digo, cuando todo se descubre desnudo ante ti.
Pues que te da vergüenza. Es una situación incómoda que tienes que sobrellevar con chistecillos con doble sentido y tal.
¿que cajas?
Eu merda, ¿e ti?
Sr. Me, he advertido, tras una segunda lectura, que su artículo comienza así: "Nos pasamos la vida atrapados entre definiciones, tratando de encontrar la palabra preciosa (la sonrisa prefecta)". La primera vez creí que decía "palabra precisa" y "sonrisa perfecta". Ahora me doy cuenta de cuál era su intención. Gran juego de palabras. Felicítole.
Desfelicíteme, señorita, ya que mi intención era escribir "precisa" y así lo hice. Precisamente, era "precisa" y no "preciosa". Es cierto que hubiese sido un precioso juego de palabras, sí, pero más bien ha sido preciso. Por cierto, ¿quién recuerda a Preciosa?
¿Se refiere a la protagonista de La Gitanilla?
No obstante, sí ha escrito Vd. "prefecta" en lugar de "perfecta". ¿Es un juego de palabras o me estoy metiendo donde no me llaman?
No pregunte sobre eso. Recuerde: yo no estaba aquí y usted no ha visto nada.
Ah, me refería a Preciosa la ex amante de Yagolas, también protagonista de La Gitanilla.
Ojalá que la luna salga sin Preciosa.
ANONIMO, TE DETESTO...
No comprendo.
Mauro ,esta noche quería salir y W. Lover no me contesta, sabes algo de él?
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