Llega el final del mes de septiembre y, con él, el final de mis prácticas en la radio. Han sido tres meses de ondas sólo interrumpidos por fines de semana, festivos y unos días en Madrid. Tres meses de mañanas de trabajo; de ruedas de prensa, de presentaciones, de oros olímpicos, de aeropuertos abarrotados, de gritos de "mentireiro", de planes urbanísticos, de sentencias y de crisis; sobre todo eso, de mucha crisis.
Si me meto en el Mauro que entró el primer día por la puerta de la radio, aún me tiemblan un poco las piernas. Después de un rápido reconocimiento de las instalaciones (algo así como: "Te sentarás ahí hasta que venga Susi, luego aquí. Esto es para montar los cortes, funciona así. Este es el estudio. Este es el correo, lo revisarás para ver si entra algo interesante, igual que con el fax..."), me dieron un bolsito de esos cruzados tan modernos que se llevan ahora con una grabadora y unos cables dentro, unos cascos y una libreta molona y me mandaron al ayuntamiento. Así, recién llegado.
Como para no acojonarme: mi voz saldría en unas horas por la radio hablando de algo sobre lo que no tenía ni puñetera idea (es cierto que no tengo mucha idea de nada). Así, recién llegado. No tenía más experiencia que la de hacer del Señor Bigote y haber subido en alguna ocasión a un escenario a hacer el chorras en obras de teatro. Pero esto era distinto: tono serio, informativo, riguroso, lograr que a la gente le interese de lo que hables y, además, que se entere de qué hablas. Chungo.
Ese es uno de los retos de la radio: hacer interesante algo que cuentas. Ya puede ser a través de la voz, del tono, del cómo lo cuentas o del tema en sí, pero te las tienes que ingeniar para no perder la atención del oyente. De ahí que las frases sean cortas, directas, poco rebuscadas y literarias. A menos subordinación, más facilidad de comprensión. Pero eso lo vas viendo día a día. Al principio montas un texto precioso, lleno de palabras que suenan cultas (como periscopio) y enrevesadas construcciones lingüísticas dignas de Mariano Ozores (excelente orador), repleto de infinitivos y un ritmo y una cadencia que nace de la rima interna de las palabras utilizadas. Al empezar a leer la cagas. Luego, tratas de corregirte poco a poco.
La radio también es intensidad y actualidad. Intensidad, porque no caben espacios en blanco: a tu texto le sigue una voz y esa voz se une de nuevo con tu texto; dicen que un segundo en silencio en la radio es eterno. Y es cierto, yo lo viví y casi me muero (de viejo). Y es actualidad porque no vale el pasado remoto. Las personas no declararon, sino que han declarado. Él no creyó, él cree. Hay que dar la sensación de que la noticia está pasando al tiempo que tú la cuentas, con el único espacio temporal que cabe entre que algo pasa y se cuenta.
La radio ha sido parte de mí durante tres meses; más bien, durante las mañanas de tres meses de verano. Y ha sido tiempo suficiente para conquistarme. Es algo que suponía; siempre dije que me iba a hacer periodismo porque me gustaría trabajar en la radio, pero necesitaba una prueba. La prueba ha resultado positiva, el circulito es azul y significa que estoy embarazado.
Ahora sólo me queda buscar otra madre en Madrid para engendrar otro hijo. Creo que va a ser más difícil. De todas formas, no será como la primera vez.
Ahora sí, el viernes me iré de copes.
Casualidades
Hace 2 años
9 comentarios:
Mierda. Lo he leído entero, pero no estaba lo suficientemente atento. ¿Podrías repetir el post?
Sí, claro:
Días De Radio
Llega el final del mes de septiembre y, con él, el final de mis prácticas en la radio. Han sido tres meses de ondas sólo interrumpidos por fines de semana, festivos y unos días en Madrid. Tres meses de mañanas de trabajo; de ruedas de prensa, de presentaciones, de oros olímpicos, de aeropuertos abarrotados, de gritos de "mentireiro", de planes urbanísticos, de sentencias y de crisis; sobre todo eso, de mucha crisis.
Si me meto en el Mauro que entró el primer día por la puerta de la radio, aún me tiemblan un poco las piernas. Después de un rápido reconocimiento de las instalaciones (algo así como: "Te sentarás ahí hasta que venga Susi, luego aquí. Esto es para montar los cortes, funciona así. Este es el estudio. Este es el correo, lo revisarás para ver si entra algo interesante, igual que con el fax..."), me dieron un bolsito de esos cruzados tan modernos que se llevan ahora con una grabadora y unos cables dentro, unos cascos y una libreta molona y me mandaron al ayuntamiento. Así, recién llegado.
Como para no acojonarme: mi voz saldría en unas horas por la radio hablando de algo sobre lo que no tenía ni puñetera idea (es cierto que no tengo mucha idea de nada). Así, recién llegado. No tenía más experiencia que la de hacer del Señor Bigote y haber subido en alguna ocasión a un escenario a hacer el chorras en obras de teatro. Pero esto era distinto: tono serio, informativo, riguroso, lograr que a la gente le interese de lo que hables y, además, que se entere de qué hablas. Chungo.
Ese es uno de los retos de la radio: hacer interesante algo que cuentas. Ya puede ser a través de la voz, del tono, del cómo lo cuentas o del tema en sí, pero te las tienes que ingeniar para no perder la atención del oyente. De ahí que las frases sean cortas, directas, poco rebuscadas y literarias. A menos subordinación, más facilidad de comprensión. Pero eso lo vas viendo día a día. Al principio montas un texto precioso, lleno de palabras que suenan cultas (como periscopio) y enrevesadas construcciones lingüísticas dignas de Mariano Ozores (excelente orador), repleto de infinitivos y un ritmo y una cadencia que nace de la rima interna de las palabras utilizadas. Al empezar a leer la cagas. Luego, tratas de corregirte poco a poco.
La radio también es intensidad y actualidad. Intensidad, porque no caben espacios en blanco: a tu texto le sigue una voz y esa voz se une de nuevo con tu texto; dicen que un segundo en silencio en la radio es eterno. Y es cierto, yo lo viví y casi me muero (de viejo). Y es actualidad porque no vale el pasado remoto. Las personas no declararon, sino que han declarado. Él no creyó, él cree. Hay que dar la sensación de que la noticia está pasando al tiempo que tú la cuentas, con el único espacio temporal que cabe entre que algo pasa y se cuenta.
La radio ha sido parte de mí durante tres meses; más bien, durante las mañanas de tres meses de verano. Y ha sido tiempo suficiente para conquistarme. Es algo que suponía; siempre dije que me iba a hacer periodismo porque me gustaría trabajar en la radio, pero necesitaba una prueba. La prueba ha resultado positiva, el circulito es azul y significa que estoy embarazado.
Ahora sólo me queda buscar otra madre en Madrid para engendrar otro hijo. Creo que va a ser más difícil. De todas formas, no será como la primera vez.
Ahora sí, el viernes me iré de copes.
De nada.
Oye, y em la radio hay tomas falsas?
Están locos como una cabra... O como diría un canario: "Están como una jaira jarta de papeles". Lo digo con todo el cariño que se puede tener por unas personas a las que no conozco.
Gracias por tu corta-pega, ahora he captado la profunda esencia del post.
A la atención del "señor" firmante:
La creciente profundidad de sus post (odio esa palabra) ha ido increscendo exponencialmente desde que usted los publica. Me pregunto cuando volverá usted al humor un tanto soez a la par que simple al que nos tenía acostumbrados. Tanto el ya escaso vulgo que le lee como yo se lo agradeceremos. En cualquier caso enhorabuena por su excelencia gramatical.
Atentamente
Ese entrecomillado me llena de orgullo. Sepa, señor Palazzo (o señorita, como guste), que debajo de la escasa excelencia gramatical de mies escritos, subyace ese humor asqueroso que me ha hecho una persona reconocida en Francia y en Andorra.
De todas maneras, tendré en cuenta su, como siempre, valiosa opinión.
Sea pues, caballero.
No es por hundirle en la miseria Meuro pero su blog me recuerda desde hace unos meses a las películas esas en las que lo más divertido son los personajes secundarios. ¡Vuelve! Espero que surta efecto la agradable compañía que va a tener durante este cuatrimestre (y no me refiero a mí. Por cierto, ¡qué correo más desagradable y soez encontré hoy en mi bandeja de entrada!)
Besos de ánimo para tu regreso al humor de un idiota en un mundo de imbéciles. ¿O era un ignorante en un mundo de idiotas? ;P
Acabo de toparme con un nuevo ejercicio intelectual de esos que suele derrochar Vd., Sr. M€.
Vd. ya sabía hace unos cuantos días que iba a actualizar su Blog hablándonos de su aventura radiofónica (actividad regulada inicialmente en cuanto sus aspectos esneciales en la Ley de 1980 del Estatuto de la Radio y la Televisión y actualmente en la Ley de 2006 de la Radio y la Televisión de titularidad estatal, además de otros cuerpos normativos como el Real-Decreto de 1999 por el que se aprueba el Plan Técnico Nacional de la Radiodifusión Sonora Digital Terrenal; por no mencionar la normativa autonómica. Sí, algunos seguimos estudiando leyes, señor mío) y de ahí el gráfico del post que precede a éste. ¿Qué aperece en él? Un círculo. ¿Y qué es esa línea recta que une el centro con la circunferencia? Efectivamente: un radio.
Es Vd. brillante, querido Sr. M€. Y muy buena persona, por no hablar de su fortaleza física y su dominio del macramé.
P.D: Puede Vd. visitarme, si lo desea, en www.fotolog.com/october_lee
Si por favor, busca otra madre, esa no te convenía nada... ¡menuda! mojigata, cursi, de derechas... te iba a hacer casarte por la iglesia, de blanco y ocultando el bombo. Y una cosa te digo, con una madre así el niño te podía salir tonto... qué no hombre qué no, que tu vales mucho, Mauro...
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