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He perdido el punto medio. La gente me dice que no hay que ser radical, que hay que ver las cosas desde todos los ángulos, desde todas las perspectivas, desde la mirada del otro. Desde el centro, podría decirse; desde el punto medio.
Punto medio, punto de equilibrio, punto de cordura, punto de referencia, parte central, centro neurálgico, kilómetro cero…
Yo no puedo. Carezco de él. Es algo que he ido perdiendo a lo largo de los años. Lo que empezaron como meros despistes que se exculpaban con un “uy, perdón”, se fueron convirtiendo en parte de mí. Cada día que pasaba, cada mes, cada año, el punto medio se alejaba de mi cuerpo, de mi cabeza y de mi mentalidad. De hecho, desde hace unos años ya ni lo veo ni lo encuentro, por mucho que lo busque.
La progresiva desaparición del punto medio no es sólo culpa de mi naturaleza o de mi forma de ser; gran parte de la culpa la tiene la gente (sí, me gusta echar la culpa a los demás, soy así). Y es que con solo echar un vistazo hacia el punto medio se puede ver lo sobrecargado que está de gente; todos acumulando desopiniones, pensamientos en blanco, palabras vacías, dudas absurdas. Y todos allí, en el punto medio. Por eso prefiero alejarme un poco.
El medio, el centro, lo anodino… todo lleva al mismo sitio: a la nada. A no mojarse, a no atreverse a poner un pie delante del otro y empezar a caminar. En resumen, a la cobardía. Además, y volviendo al centro, es un término que nuestros amigos los políticos han desgastado hasta el punto de inutilizarlo por completo. Yo, lo manifiesto, no soy de centro, y menos del centro del que quieren ser ellos. Prefiero caerme hacia un lado siniestro que caer en su vacío medial (y mental).
¿Se puede vivir sin punto medio? Pues, por lo que parece, sí. Es complicado, es verdad, pero hay que sobrellevarlo. De hecho, estos últimos días me he vuelto a dar cuenta de que eso que yo no tengo es muy valorado por los demás. Eso sí, el punto medio te hace perder la perspectiva de lo que de verdad importa (bueno, o lo que a mí me importa).
El centro es la protección, porque nadie te podrá decir que te has comportado de manera incorrecta: desde el centro puedes llegar a todos lados sin mojarte… sin mojarte, ahí está la clave.
‘Centro’ igual a ‘no mojarte’. Es decir, ‘centro’ igual a ‘no arriesgarte’. Es cómoda la vida sin riesgo, sin tomar partido, sin aceptar las verdades que te van saliendo al paso. Sí, es fácil, pero también triste, aburrido y bastante gris.
Pensándolo bien, me gusta haber perdido el punto medio.
Os quiero mucho… os odio a muerte… es lo que tiene no tener punto medio.
P.D: Aprovecho para felicitar a las Pes con puntos que se unen con Des con puntos. Sea pues.
12 comentarios:
¡EL PUNTO MEDIO! ¡Pues claro que es valioso, M€! Yo lo valoro un montón. Y es que, aunque nadie lo reconocerá nunca, yo estoy en mi jodido punto medio. El punto medio que me sale de mi punto medio. Y punto. La verdad, la gente me dice que el punto medio está un poco más allá o un mucho más acá, pero, ¿qué diantres sabrán ellos? Yo pongo el punto medio en el medio de mis ideas. Que son cojonudas.
Querría aprovechar este momento de humildad, autocrítica y tolerancia para llamar al amor entre todos, mujeres y hombres. Especialmente entre todo, mujeres y yo. Os quiero.
¡Au revoir, mes amies!
"In medio virtus", decían los romanos. Pero bueno, la peña también dice mucho "de motu propio" y sin embargo la forma correcta es "motu proprio". No sé, qué quiere que le diga. Esto es una de oro y otra de mierda.
¡¡Pasando del punto medio!! Yo me quedo con el punto G -cuando lo encuentro- con los puntos del trivial -cuando gano-, con los puntos de colores de las camisetas de H&M, con el punto final de los finales de Sabina, con el punto de mira de la metralleta -aunque no dispare-, con el puntazo que llevo cuando salgo por Madrid y los punteos de guitarra de aquel concierto. Y punto.
Yo soy un poco hijo de punta. No sé si eso me salva de algo.
Las opiniones vehementes y alejadas de toda mesura siempre son bienvenidas. Pero los juegos de palabras absurdos peores que los de los Astérix, no.
Cuanto punto tiene este blog!!!!
Y como soy una P con un punto te doy las gracias, me doy por aludido!
Si, a veces haces chistes realmente malos.
Me encanta Asterix, bueno en realidad me encanta Obelix, pero forman parte de un todo, digo.
Perdonad, pero los chistes malos se van a seguir haciendo en este blog (y en sus comentarios). Al que no le guste, que visite otros donde el humor inteligente brilla por su presencia. De hecho, creo que Federico Jiménez Losantos tiene uno.
-Doctor, me dice mi mujer que no pronuncio bien la palabra Federico.
- A ver, repítala otra vez.
-Federico.
-Otra vez...
-Federico
-¿Y dice su mujer que no la pronuncia Vd. bien? Yo no noto nada raro. Puede irse tranquilo.
El tío llega a casa, henchido de razón, y le dice a su señora esposa:
-Lola, acabo de estar en el médico y dice que no me pasa absolutamente nada. Tenía yo razón. Anda, ve al federico y cógeme una cerveza, que tengo sed.
P.D: Si quieres chistes malos, los tendrás...
-Doctor, doctor, no sé decir "zapato".
-¿Cómo que no sabe decir "zapato?
-No, doctor, no sé decir "zapato".
-Pero sí que sabe decir "zapato", hombre de buena fé(nte).
-No, mire: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, zapato y domingo. ¿No ve?
Como dijo SHE..ZIPI..LOKO: Antes de criticarme, intenta superarme.
Pues yo tiendo a ser del punto medio, pero no es algo nuevo, es de toda la vida. Mi tía cuando yo tenía 13 años, y ya la estaba desesperando con mi manía de no decidir, me dijo: ¡A este paso, cuando venga el novio y le pida que se case con ella, esta niña le va a contestar que le da igual!
Aún sigo pensando que es la frase que mejor me ha definido en la vida, sigo pensando que cuando alguien me pida que me case con él, le diré que me da igual, así cómo muchas cosas siguen dándome igual... A veces una está en el punto medio no porque no quiera arriesgarse o porque no quiera decidir sino porque realmente las dos opciones están al mismo nivel para mí y si nada inclina la balanza pues... me da igual.
Como mi querido y no siempre bien comprendido asno de Buridan.
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